Lectura
del santo evangelio según san Lucas 4,31-37
En aquel
tiempo, Jesús bajó a Cafarnaún, ciudad de Galilea, y los sábados enseñaba a la
gente. Se quedaban asombrados de su doctrina, porque hablaba con autoridad.
Había en la sinagoga un hombre que tenía un demonio inmundo, y se puso a gritar
a voces: «¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con
nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios.»
Jesús le
intimó: «¡Cierra la boca y sal!»
El
demonio tiró al hombre por tierra en medio de la gente, pero salió sin hacerle
daño. Todos comentaban estupefactos: «¿Qué tiene su palabra? Da órdenes con
autoridad y poder a los espíritus inmundos, y salen.»
Reflexión
del Evangelio de hoy
Criterios
del Espíritu
Cuando
uno vive alejado de Dios, toda acción salvífica le parece una necedad. Las
cosas de Dios no tienen cabida en su vida, y renuncia a un encuentro serio y
profundo con el misterio de Dios y el misterio humano.
San
Pablo, en la primera carta a los Corintios, hace una distinción entre el saber
humano y el saber del espíritu. Llega a decir que, a nivel humano, uno no capta
lo que es propio del Espíritu de Dios, le parece una necedad; no es capaz de
percibirlo, porque sólo se puede juzgar con el criterio del Espíritu. En
cambio, el hombre de espíritu tiene un criterio para juzgarlo todo, mientras él
no está sujeto al juicio de nadie.
Aquí no
está reñido el saber científico con el teológico, sólo es que la perspectiva de
la mirada es otra. Uno quizás se centre en el cómo suceden las cosas, y otro en
cuál es el origen y el fin de cada acontecimiento.
Lo cierto
es que hay una manera de hablar, de sentir y de comprender las cosas cuando tu
camino está guiado por el Espíritu de Dios. Pero esto no se hace con facilidad.
Se suceden en la vida muchos acontecimientos y la persona no termina de captar
cómo la mano de Dios actúa en ellos. Sólo en el momento en que cada
acontecimiento ha sido superado, podrá ver en qué medida Dios ha estado
presente y actuando, y en qué medida el Espíritu de Dios le ha guiado hacia un
camino y no otro. La vida del Espíritu no consiste en revelaciones extraordinarias
que se dan en la vida del hombre de manera cotidiana. El Espíritu actúa, pero
no siempre lo captamos con claridad. Quizás lo llegamos a intuir en las
recapitulaciones que hacemos de nuestros pasos.
¿Qué
tiene su palabra?
Jesús
enseñaba a la gente, y es increpado por un hombre endemoniado, el cual le
pregunta: ¿qué quieres de nosotros Jesús Nazareno? …Sabemos quién eres: El
Santo de Dios.
Esta
pregunta “Qué quieres de nosotros” la podemos comprender desde la
acogida o desde el rechazo. Desde la acogida supone una apertura a las
enseñanzas del Maestro, una acogida a Dios, un dejar sembrar en nosotros los
valores del reino de Dios.
Pero
también está la versión del rechazo. El endemoniado sentía miedo, y por eso le
pregunta a Jesús: “¿Has venido acabar con nosotros?”. Un endemoniado es una
persona poseída por el rechazo a Dios, descentrada, sin un horizonte claro,
enferma, no hace uso de la palabra desde la razón, sino que vuelca su ira sobre
lo que pronuncia, por eso grita. Grita ante lo que considera un peligro: un
hombre de Dios.
Sé quién
eres: el Santo de Dios. Sólo los endemoniados tienen conciencia de que Jesús es
el hijo de Dios. Son los que confiesan su nombre, su mesianismo. Quizás por
eso, no tuvo toda la credibilidad como Mesías. Pero esta confesión no está
hecha desde la aceptación, sino desde el miedo, y el rechazo.
En el
Evangelio, Jesús sólo pronuncia una frase: “Cierra la boca y sal” y el demonio
salió sin hacerle daño aquel hombre.
En
nosotros, existe esta misma posibilidad de comprender a Dios. Podemos hacerle
la pregunta sobre qué quiere de nosotros de ambas versiones, desde la apertura
o desde la cerrazón y el miedo.
Lo que
cuestiona en este evangelio no es tanto el milagro, sino más bien lo que dice
Jesús. Dice el Evangelio que todos comentaban estupefactos ¿Qué tiene su
palabra?
Y es
cierto, ¿Qué tiene su palabra que no pasa desapercibida para gente de todos los
tiempos? ¿Qué tiene su palabra que a pesar de los contratiempos históricos y
anti-testimonios sigue latiendo, cuestionando, consolando, curando a gente de
todos los tiempos?
¿Qué
tiene su palabra que se desprende de ella una autoridad inusual?
¿Qué
tiene su palabra que tras tantos siglos sigue sanando y mostrándose como una
oferta de salvación?
¿Qué
tiene su palabra?
Fr. Alexis González de León O.P.
Convento de San Pablo y San Gregorio (Valladolid)
Convento de San Pablo y San Gregorio (Valladolid)
https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/4-9-2018/
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