martes, 18 de septiembre de 2018

Evangelio del día, 18-09-2018 (Vigésimo Cuarta Semana del Tiempo Ordinario, Año Par)


Lectura del santo evangelio según san Lucas 7,11-17
En aquel tiempo, iba Jesús camino de una ciudad llamada Naín, e iban con él sus discípulos y mucho gentío. Cuando se acercaba a la entrada de la ciudad, resultó que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda; y un gentío considerable de la ciudad la acompañaba.
Al verla el Señor, le dio lástima y le dijo: «No llores.»
Se acercó al ataúd, lo tocó (los que lo llevaban se pararon) y dijo: «¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!»
El muerto se incorporó y empezó a hablar, y Jesús se lo entregó a su madre. Todos, sobrecogidos, daban gloria a Dios, diciendo: «Un gran Profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo.» La noticia del hecho se divulgó por toda la comarca y por Judea entera.

Reflexión del Evangelio de hoy
Bautizados en un mismo Espíritu para formar un solo cuerpo
San Pablo asemeja los distintos carismas que hay en la Iglesia, con los diferentes miembros que hay en el cuerpo, todos son diferentes pero todos tienen un mismo cuerpo que los une. El Espíritu de Cristo es el eje vertebrador de todos los carismas y ministerios que hay en la Iglesia. No todos tienen la misma misión o función dentro de la Iglesia, la diversidad forma un todo común. Nada tiene que ver con la uniformidad.
La uniformidad habla más de una sola forma de ejercer una misión, y es más propia de las formas dictatoriales.
No todos podemos ejercer el mismo servicio a los hombres, hay personas que se sienten llamadas a atender a los pobres, otras a los enfermos, otras a los presos… Su trabajo es diverso, pero en la Iglesia hay una sola razón para ejercer cada labor, esa razón es Cristo. Por eso, san Pablo, nos comenta en esta carta que ambicionemos los carismas mejores. No son funciones donde más poder se ejerce, sino donde más puedes dejarte la piel en el camino.
Dios ha visitado a su Pueblo
Jesús se compadece de una madre que acompaña a su hijo muerto, su acción milagrosa es decirle a quien está postrado: levántate. El muchacho sin más, se incorpora y comienza hablar.
Cuántas acciones milagrosas existen en nuestro camino, donde hay alguien que nos anima a salir de la oscuridad de la muerte, donde se nos impulsa para que nuestro ánimo despierte y retome el camino de la vida.
Una vez que nos erguimos para caminar sentimos que Dios ha estado presente en nuestra vida, y podemos decir, como en el Evangelio, hay un profeta en nuestra tierra, Dios ha visitado a su pueblo. Dios está cerca de nosotros, alentándonos para la vida.
Una sola palabra: Levántate, es la que nos hace falta para volver a la vida, es la que pronuncia Jesús en el Evangelio. A veces, sólo basta esa sola palabra para incorporarnos a la vida. Jesús nos invita a levantarnos de la esclavitud de la muerte. Levántate de la soledad, del hambre, de la desnudez, del peligro, del mal, levántate y vive.

Fr. Alexis González de León O.P.
Convento de San Pablo y San Gregorio (Valladolid)
https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/18-9-2018/

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