Lectura
del santo evangelio según san Lucas 9,18-22
Una vez
que Jesús estaba orando solo, en presencia de sus discípulos, les preguntó:
«¿Quién dice la gente que soy yo?»
Ellos
contestaron: «Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros dicen que ha vuelto
a la vida uno de los antiguos profetas.»
Él les
preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?»
Pedro
tomó la palabra y dijo: «El Mesías de Dios.»
Él les
prohibió terminantemente decírselo a nadie. Y añadió: «El Hijo del hombre tiene
que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas,
ser ejecutado y resucitar al tercer día.»
Reflexión
del Evangelio de hoy
Todo
tiene su tiempo y momento
Es uno de
los textos más conocidos del libro del Eclesiastés. En forma de poema en su
redacción original, el autor desea abarcar la totalidad de nuestro arco
temporal, tal como los humanos lo percibimos y vivimos. En afirmaciones que se
nos presentan bajo la forma de contraste trata de incluir en sus contrastes
todo el tiempo humano, así como sus quehaceres más señeros, desde el nacer
hasta el morir, si bien lo hace sin ningún tipo de criterio ordenador y lógico.
Puede que
el texto, a nosotros cristianos, nos deje cierta sensación de pesimismo al
reflejar la existencia de ocasiones para construir y para destruir, para lo
bueno y su contrario, a nosotros que, por creencia y evangelio, somos
optimistas; pues si bien, para el israelita, el hombre sabio era el que actuaba
en la ocasión propicia, en el momento oportuno, para la ética profética ayer, y
para el creyente hoy, la sabiduría bíblica tiene mucho que ver con la fidelidad
a Yahvé entonces, y ahora con el rastreo fiel a la Palabra del Señor, la que da
vida y marca el camino.
Porque
reconocemos a Jesús el Señor, como el que rige nuestra historia y toda la de
nuestro mundo, y tras él, en su fiel seguimiento, disponemos de la mejor
oportunidad para ser levadura de humanización en estos nuestros tiempos que,
también, son del Señor.
El Hijo
del Hombre tiene que padecer mucho
Ni
silencian ni camuflan los tres evangelios lo que intercambia Jesús con sus
discípulos acerca de su identidad, así como el anuncio de su pasión, muerte y
resurrección. Y algo importante: todo esto se nos narra en un contexto orante
que sugiere la trascendencia del momento. Se da por concluido el recorrido de
Jesús con sus discípulos por la Galilea y se da paso a la subida a Jerusalén,
la parte más difícil de su camino.
En el
diálogo que sostiene Jesús con los suyos, la gente aparece un tanto despistada
respecto al Señor, no así los discípulos que ya han entendido que es el Mesías
de Dios, el esperado, y Pedro, una vez más, es su acertado portavoz. Sin
embargo Jesús impone silencio a los suyos, justo antes de indicarles su fin
próximo, en la perspectiva nada halagüeña de la cruz.
¿Por qué?
Quizá porque la fe mesiánica, sin la cruz, resulta nada convincente, parcial e
insuficiente. Para evitar malentendidos, Jesús anuncia su pasión, muerte y
resurrección, algo así como el resumen de lo que resta del relato del
evangelio. Todo en estrecha relación con el plan salvador de Dios, tal como lo
expresan las Escrituras.
El
remate, que no consta en la lectura de hoy, es el seguimiento: evento salvador
que solo se explica por la vocación de disfrutar del Dios de Jesús: vivirlo
como Padre, buscarlo como hijos suyos y servirlo siempre como hermanos.
¿Cuándo
asimilaremos en nuestras comunidades que el seguimiento de Jesús no casa con la
búsqueda de honores, por pequeños que éstos sean?
Hoy recordamos
con un apretado ramillete de gratitud y gloria en honor de los frailes
dominicos que, en distintos momentos, fueron elocuentes testigos de la fe en
Cristo Jesús y, en su nombre y servicio fraterno, derramaron su sangre.
Encabeza esta martirial relación Domingo Erquicia, quien, junto
a todos sus compañeros fueron canonizados en 1987.
Fr. Jesús Duque O.P.
Convento de Santo Domingo de Scala-Coeli (Córdoba)
Convento de Santo Domingo de Scala-Coeli (Córdoba)
https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/28-9-2018/
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