Lectura
del santo evangelio según san Juan 3, 13-17
En aquel
tiempo, dijo Jesús a Nicodemo:
-«Nadie
ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Lo mismo
que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo
del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna. Tanto amó Dios
al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que
creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo
para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.»
Reflexión
del Evangelio de hoy
En el
ambiente cultual de Canaán se tributaba culto a las serpientes, bien como
amuletos o como símbolos de fertilidad. Una serpiente de bronce elevada sobre
un hasta brindará al evangelio de Juan la ocasión de la fuerza salvadora de
Cristo alzado en la cruz. La queja que aquí se consigna es similar a tantas
quejas como el pueblo formula a Moisés a lo lardo del difícil camino del
desierto. Da lugar a un esquema teológico y explicativo que tiene el siguiente
proceso: el pueblo desconfía de Moisés y de Yahvé, el castigo que sigue a tal
acción –serpientes venenosas, en este caso-, el pueblo cae en la cuenta de su
error y Moisés intercede en su favor, y, por último, la salvación que opera
Yahvé –todos los que miraban la serpiente se curaban. En definitiva, Dios, una
vez más, rescata a su pueblo, a pesar de que éste había despreciado el maná y
no se sentía cómodo con la protección de Yahvé.
Cristo no
hizo alarde de su categoría de Dios
Este
texto, quizá un himno litúrgico, es un precioso llamado a la unidad de la
comunidad. Cristo es el mejor referente para que ésta no sea nunca terreno ni
de superioridad ni de egoísmo por todos y cada uno de sus integrantes; por eso
Cristo Jesús es la clave necesaria para interpretar la solidez de la vida
fraterna. Que nadie busque excusas, que en nuestro prototipo creyente no las
encontraremos; Cristo Jesús, siendo superior, se rebajó hasta la condición de
servidor total. Proceso de anonadamiento que vive Cristo, el cual se continúa con
la exaltación gloriosa del que tiene un nombre sobre todo nombre. Por eso es el
Señor, porque vaciándose por nosotros disponemos de la mejor oportunidad de
plenitud salvadora. Clave del todo punto necesaria para que la comunidad no
deje de ser cristiana: servicial y fraterna por definición.
Dios
envió su Hijo al mundo para que se salve por él
El texto
evangélico explica el sentido de la cruz y pone en boca de Jesús la alegoría
que leemos en la primera lectura de hoy. Al igual que la serpiente de bronce en
el desierto curaba a todos los que la miraban, así los que siguen y confían en
Jesús de Nazaret colgado en la cruz serán salvados y curados de la profunda
herida del mal. Y éste es el sentido de la cita de Zacarías referida al Siervo
sufriente: Mirarán al que atravesaron. No nos importa tanto la cruz –al
fin y a la postre instrumento de tortura es- cuanto el crucificado en ella; y
éste es el mejor icono del amor de Dios que se ha vaciado por entero para
librar a toda la humanidad. En Jesús crucificado contemplamos el rostro
compasivo de nuestro Padre que, a nuestra cruel pequeñez y a nuestra
obstinación pecadora, responde con más amor, con más vida, con salvación.
La cruz
merece nuestro respeto y veneración; pero ¿advertimos siempre que hablamos de
la cruz que en ella hubo un crucificado? ¿Acaso no persisten hoy calvarios que
esperan ser identificados y salvados?
Fr. Jesús Duque O.P.
Convento de Santo Domingo de Scala-Coeli (Córdoba)
Convento de Santo Domingo de Scala-Coeli (Córdoba)
https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/14-9-2018/
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