Hoy, conmovido ante tanto sufrimiento, Cristo se deja
tocar por los enfermos y asume sus dolores. Dios —como Dios— no puede padecer,
pero el hombre tiene un valor tan grande para Él, que se hizo Hombre para
"com-padecer". Así, redimiendo al hombre mediante el dolor, Jesús ha
redimido el mismo dolor (le ha impreso un nuevo sentido): ahora el hombre puede
unir sus sufrimientos al dolor salvador de Cristo-Redentor.
Con el sacramento de la "Unción de enfermos" la
Iglesia reza por los enfermos y les ayuda a unirse al Señor sufriente. Lo que
cura al hombre no es esquivar el sufrimiento, sino la capacidad de aceptar la
tribulación y encontrar en ella un sentido mediante la unión con Cristo, que ha
sufrido con amor infinito. Realmente, en cada pena humana ha entrado
"Uno" que comparte el padecer y, desde ahí, se difunde en cada
sufrimiento el consuelo de "tocar" el amor de Dios.
—Jesús, ayúdanos a crecer en humanidad siendo más capaces
de sufrir por amor (¡sin quejarnos!).
No hay comentarios:
Publicar un comentario