San Joaquin, Santa Ana y la Virgen María |
Hoy, la genealogía de Jesús, el Salvador que tenía que
venir y nacer de María, nos muestra cómo la obra de Dios está entretejida en la
historia humana, y cómo Dios actúa en el secreto y en el silencio de cada día.
Al mismo tiempo, vemos su seriedad en cumplir sus promesas.
El Espíritu Santo, que había de realizar en María la
encarnación del Hijo, penetró, pues, en nuestra historia desde muy lejos, desde
muy pronto, y trazó una ruta hasta llegar a María de Nazaret y, a través de
Ella, a su hijo Jesús. Todo, en esta obra, nos lleva a contemplar, admirar y
adorar, en la oración, la grandeza, la generosidad y la sencillez de la acción
divina, que enaltece y rescatará nuestra estirpe humana implicándose de una manera
personal.
—Esta mujer, virgen y madre de Jesús, tenía que ser a la
vez nuestra madre. ¿Quién podía imaginar que Dios iba a ser al mismo tiempo tan
grande y tan condescendiente, acercándose íntimamente a nosotros?
No hay comentarios:
Publicar un comentario