domingo, 21 de septiembre de 2014

La especulación

Hoy, la explicación del Señor —que toca el tema del trabajo— descubre un asunto de rabiosa actualidad: en la escena surge un conato de tensión, fruto del cálculo especulativo de algunos de sus actores. Los contratados a primera hora, antes que establecer agravios comparativos, debieran haberse alegrado porque otros "con-ciudadanos" también pudieron trabajar.

Los derechos individuales, desvinculados de un conjunto de deberes que les dé un sentido profundo, se desquician y dan lugar a una espiral de exigencias prácticamente ilimitada y carente de criterios. Son moralmente inaceptables las tendencias actuales hacia una economía de corto —a veces brevísimo— plazo, consecuencia de la especulación egoísta. Esto exige una reflexión sobre el sentido de la economía, del trabajo y de sus fines, además de una honda revisión con amplitud de miras del modelo de desarrollo.

—Jesús, mi Redentor, tú has venido a salvarme porque no has pensado en tus derechos sino en mi necesidad: tu amor —que derrocha "gratuidad"— no se detuvo calculando el coste de mi rescate.

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