Hoy, Jesucristo reprende a los Boanerges (Santiago y Juan: "hijos del
trueno"), por su disposición violenta, absolutamente injustificable. Sin
paz entre la razón y la fe no puede haber tampoco paz en el mundo. Las
"patologías de la religión" y las "patologías de la razón" son
fatales porque "secan" las fuentes de la moral y del Derecho.
Las primeras, instrumentalizan a Dios para absolutizar el
propio poder: identifican lo "absoluto" (propio de Dios) con su
comunidad e intereses. Entonces el bien es lo que sirve al propio poder; se
desvanece la diferencia entre bien y mal; moral y Derecho se vuelven
partidistas. Las "patologías de la razón", típicas de las ideologías
totalitarias, desvinculan la razón respeto de Dios, pretendiendo —inútilmente—
construir el hombre nuevo. Pero cuando la religión y la moral no pertenecen ya
a la razón, entonces el hombre queda a merced de la "producción".
—Señor, la conciencia de ser creados por ti nos defiende
del horror del "hombre producido" (que será destruido en cuanto cese
su "utilidad"). ¡Somos tus hijos!
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