Hoy, Jesús llama repetidas veces
"bienaventurados" a sus discípulos. Las "Bienaventuranzas"
son palabras de promesa, que sirven al mismo tiempo como orientación moral.
Cada "bienaventuranza" describe, por así decirlo, la situación
fáctica de los discípulos de Cristo: son pobres, están hambrientos, lloran, son
odiados, perseguidos... Son como "calificaciones" prácticas, pero
también indicaciones teológico-morales.
A pesar de la situación de amenaza en que Jesús ve a los
suyos, ésta se convierte en promesa cuando se la mira con la luz que viene del
Padre. Para el discípulo, las "Bienaventuranzas" son una paradoja: se
invierten los criterios del mundo apenas se ven las cosas desde la escala de valores
de Dios. Las "Bienaventuranzas" son promesas en las que resplandece
la nueva imagen del mundo y del hombre que Jesús inaugura, y en las que
"se invierten los valores".
—Cuando "miro" a través de ti, Señor, entonces
vivo con nuevos criterios, empiezo a "tocar" algo de lo que está por
venir (el Cielo) y entra la alegría en la tribulación.
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