Hoy descubrimos en el "mandato" de Jesucristo
que las "relaciones" con los demás son muy importantes —¡esenciales!—
en el hombre. Las Personas Trinitarias —Padre, Hijo y Espíritu Santo— son
Relaciones de donación (en grado infinito): Paternidad, Filiación y Amor. El
hombre —creado a imagen de Dios Trinidad— también es un "ser
relacional", es un "ser para", realiza su vida verdadera sólo
como "relación".
Yo solo no soy nada; sólo en el "tú" y
"para el tú" soy "yo-mismo". Verdadero hombre significa:
estar en la relación del amor, del "por" y del "para" los
demás. Y pecado significa estorbar, interrumpir o destruir la relación. Por
eso, este fenómeno llamado "pecado" afecta también a los demás y a
todo. El pecado es siempre una ofensa que perturba al mundo (no es un fenómeno
que sólo y únicamente me afecte a mí).
—Jesús, ¡cuánto me cuesta pensar y vivir pensando en los
demás! Concédeme ser siempre "siendo para" Ti y "para mis
hermanos".
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