viernes, 26 de septiembre de 2014

Jesús es el Hijo de Dios, crucificado y resucitado para salvarnos


Hoy, como entonces, la "gente" tiene opiniones diversas sobre Jesucristo. En realidad, existen dos modos de "conocer" a Jesús. Uno, el de la multitud, más superficial, como viéndole desde fuera. El otro, el de los discípulos, más penetrante y auténtico. Con la doble pregunta: "¿Qué dice la gente?", "¿qué decís vosotros de mí?, Jesús nos invita a tomar conciencia de esta perspectiva diversa.

Es necesario reconocer la singularidad de la persona de Jesús de Nazaret, su novedad. Los títulos que le atribuye san Pedro —tú eres "el Cristo", "el Cristo de Dios", "el Hijo de Dios vivo"— sólo se comprenden auténticamente a la luz del misterio de su muerte y resurrección. Y es verdad también lo contrario: el acontecimiento de la Cruz sólo revela su sentido pleno si "este hombre", que sufrió y murió en la Cruz, "era verdaderamente Hijo de Dios".

—Jesús, confieso que Tú eres el Hijo de Dios que has descendido hasta la muerte para recogerme y has resucitado para llevarme contigo.

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