Hoy, como entonces, la "gente" tiene opiniones
diversas sobre Jesucristo. En realidad, existen dos modos de
"conocer" a Jesús. Uno, el de la multitud, más superficial, como
viéndole desde fuera. El otro, el de los discípulos, más penetrante y
auténtico. Con la doble pregunta: "¿Qué dice la gente?", "¿qué
decís vosotros de mí?, Jesús nos invita a tomar conciencia de esta perspectiva
diversa.
Es necesario reconocer la singularidad de la persona de
Jesús de Nazaret, su novedad. Los títulos que le atribuye san Pedro —tú eres
"el Cristo", "el Cristo de Dios", "el Hijo de Dios
vivo"— sólo se comprenden auténticamente a la luz del misterio de su
muerte y resurrección. Y es verdad también lo contrario: el acontecimiento de
la Cruz sólo revela su sentido pleno si "este hombre", que sufrió y
murió en la Cruz, "era verdaderamente Hijo de Dios".
—Jesús, confieso que Tú eres el Hijo de Dios que has
descendido hasta la muerte para recogerme y has resucitado para llevarme
contigo.
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