Hoy Jesús camina junto con los Doce predicando, y va
acompañado de algunas mujeres. Si bien hay una diferencia entre el discipulado
de los Doce y el de las mujeres, los Evangelios dejan claro que
"muchas" mujeres formaban parte de la comunidad restringida de
creyentes, y que su "acompañar a Jesús en la fe" era esencial para
pertenecer a esa comunidad. Eso se demostraría luego claramente al pie de la
Cruz y en el contexto de la resurrección.
Frente a la costumbre judía de la época, que consideraba a
las mujeres seres de segundo rango, Cristo inicia una especie de emancipación
de la mujer. La feminidad realiza lo humano tanto como la masculinidad, pero
con una modulación diversa: precisamente, las mujeres tienen una especial
sensibilidad para captar lo nuevo, lo distinto, lo grande, lo misterioso que
aparece en Jesucristo. Él las admite de manera especial en su compañía y, así,
emerge el "carisma de las mujeres".
—María, eres bendita entre todas las mujeres y Madre de la
Iglesia.
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