2 de noviembre, 2013 (romereports.com) Los economistas llaman al siglo XXI el siglo asiático. También para la Iglesia católica, Asia representa el Tercer Milenio. China, con sus 1.200 millones de habitantes, es uno de los destinatarios de la nueva evangelización.
Su principal obstáculo es mayor que la Muralla China. La Iglesia debe conectar Oriente y Occidente y demostrar que el catolicismo y la cultura china son compatibles. Para conseguirlo, puede ser útil mirar cómo se hizo en la época imperial.
Augostino Giovagnioli
Profesor de Historia, Universidad Católica de Milán (Italia)
“Xu Guangqi fue un personaje importante en su tiempo, porque ayudó a jesuitas extranjeros a anunciar el Evangelio en China, y a que fuera comprensible para la mentalidad y cultura china”.
Las primeras misiones católicas en el gigante asiático se remontan al siglo XIII, pero los jesuitas llegaron en el 1.500, la época de Xu Guangqi.
Aunque nació en una familia muy humilde, llegó hasta la corte del Emperador Ming. Gracias a misioneros como Matteo Ricci, se convirtió al catolicismo, y juntos tradujeron muchos textos occidentales al chino.
Augostino Giovagnioli
Profesor de Historia, Universidad Católica de Milán (Italia)
“Xu Guangqi era capaz de hacer ver a los chinos de su tiempo que el cristianismo no era una religión extranjera. Al contrario, que respondía de forma profunda a las necesidades del alma china. Por supuesto, queremos que este mensaje siga vivo hoy”.
El libro “Un cristiano en la corte de los Ming” recoge toda su vida y obra. Para el cardenal Fernando Filoni, prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, este libro será clave para la posible canonización de Guangqi.
Card. Fernando Filoni
Congregación para la Evangelización de los Pueblos
“Su honestidad intelectual y moral política nos empujan a seguir su camino. No habrá unidad en el futuro, ni siquiera para la Iglesia en China, si no seguimos las huellas que él dejó detrás”.
Hasta ahora, el Vaticano reconoce a Xu Guangqi como Siervo de Dios. Tal vez la difusión de la Iglesia en China impulse su proceso de beatificación.
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