29 de mayo, 2013 (romereports.com) Durante la Misa en Casa Santa Marta el Papa Francisco previno contra la tentación del triunfalismo en la Iglesia. Del riesgo que supone para los cristianos renunciar a la Cruz, que aparentemente es un fracaso pero refleja el triunfo del amor.
Papa Francisco
“El triunfalismo en la Iglesia paraliza a la Iglesia. El triunfalismo en los cristianos, paraliza a los cristianos. Y una Iglesia triunfalista es una Iglesia a mitad de camino, una Iglesia que se contenta, bien organizada -¡bien organizada!- con todas las oficinas, todo a punto, todo bonito. Eficiente. Pero una Iglesia que reniega de los mártires, porque no sabe que los mártires son necesarios para la Iglesia, para el camino de la Cruz. Una Iglesia que solamente piensa en los triunfos, en los éxitos, que no conoce aquella regla de Jesús: la regla del triunfo a través del fracaso, el fracaso humano, el fracaso de la Cruz. Y esta es una tentación que todos tenemos”.
El Papa explicó que a veces Dios concede aquello que le pedimos pero siguiendo una lógica divina que no excluye el sufrimiento o el fracaso humano.
Extracto textual de las palabras del Papa:
(Fuente: Radio Vaticana)
“El triunfalismo en la Iglesia paraliza a la Iglesia. El triunfalismo en los cristianos, paraliza a los cristianos. Y una Iglesia triunfalista es una Iglesia a mitad de camino, una Iglesia que se contenta, bien organizada -¡bien organizada!- con todas las oficinas, todo a punto, todo bonito. Eficiente. Pero una Iglesia que reniega de los mártires, porque no sabe que los mártires son necesarios para la Iglesia, para el camino de la Cruz. Una Iglesia que solamente piensa en los triunfos, en los éxitos, que no conoce aquella regla de Jesús: la regla del triunfo a través del fracaso, el fracaso humano, el fracaso de la Cruz. Y esta es una tentación que todos tenemos”.
“Recuerdo una vez, pasaba por un momento de oscuridad en mi vida espiritual y pedía una gracia al Señor. Fui a predicar los ejercicios a las monjas y el último día se confesaban. Vino a confesarse una hermana anciana, de más de 80 años, pero con los ojos limpios, muy luminosos: era una mujer de Dios. Al final vi que era una mujer tan de Dios que le dije: 'Hermana, como penitencia, rece por mí, porque necesito una gracia. Si usted la pide al Señor, me la concederá seguro'. Ella se paró un momento, como rezando y me dijo esto: 'Seguro que el Señor le dará la gracia pero no se equivoque: lo hará al modo divino'. Esto me ha hecho mucho bien. Escuchar que el Señor siempre nos concede aquello que le pedimos, pero lo hace al modo divino. Y el modo divino es este al fin y al cabo. El modo divino implica la Cruz, no por masoquismo. ¡No, no! Por amor. Por amor, al fin y al cabo”.
“Pidamos al Señor la gracia de no ser una Iglesia a mitad de camino, una iglesia triunfalista, de grandes éxitos, sino ser una Iglesia humilde que avanza con decisión, como Jesús. Adelante, adelante, adelante. Corazón abierto a la voluntad del Padre, como Jesús. Pidamos esta gracia”.
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