26-05-2013 Radio Vaticana
(RV).- En el Foro Italico Umberto I de la ciudad siciliana
de Palermo fue beatificado ayer sábado
Giuseppe Puglisi, sacerdote palermitano mártir, asesinado el 15 de septiembre
en 1993 a manos de un sicario de la mafia, que reconoció más tarde su
asesinato, confesando que lo hizo por odio a la fe, porque don Puglisi era un
sacerdote.
Ante más de 100 mil fieles, ha presidido la ceremonia
eucarística el cardenal Paolo Romeo, arzobispo de Palermo y ha representado al
Santo Padre el cardenal Salvatore De Giorgi, arzobispo emérito di Palermo, que
el 15 de septiembre de 1999 dio inicio al proceso de beatificación.
Don Pino Puglisi, fue un sacerdote diocesano conocido por
su firme compromiso de lucha a la criminalidad organizada. Se ocupó en
particular de la formación de los niños y de los jóvenes de la calle para los
cuales fundó el “Centro Padre Nuestro”. "No tenemos que callar",
decía don Pino a los parroquianos más timoratos.
“A veinte años de su muerte, el evento glorioso de este sacerdote
totalmente entregado a Cristo que vivió su ministerio presbiteral como servicio
a Dios y al hombre -ha dicho el cardenal Romeo-, muestra a un auténtico testigo
de la fe y da una connotación particularmente significativa en este Año de la
Fe que estamos viviendo”.
"Su sonrisa nos une a todos - ha dicho en la homilía
el cardenal Romeo. La Iglesia reconoce en su vida sigilada por el martirio in
odium fidei, un modelo para imitar". Entre los mensajes llegados a
Palermo, destaca el del presidente de la República, Giorgio Napolitano, en el
que expresa su personal cercanía "a la figura de un sacerdote cuyo
martirio constituye un gran testimonio di fe cristiana, de profunda generosidad
y altísimo coraje civil”.
Don Pino Puglisi, “el sacerdote de la sonrisa” vivió una
intensa vida espiritual hecha de escucha a la Palabra de Dios, de oración, de
referencia constante a la Eucaristía que celebraba cotidianamente y de un gran
apostolado de promoción humana, teniendo como referencia constante el anuncio
del Evangelio.
Don Pino propuso en su barrio, el barrio popular de
Brancaccio, un modelo de párroco que no gustaba a los capos mafiosos, que
preferían el modelo tradicional del “cura de sacristía”. En cambio, el Padre
Puglisi eligió salir de la sacristía y vivir los problemas de la calle, los
riesgos, las esperanzas de su gente.
La iglesia de Padre Puglisi era una Iglesia que se hundía
en la realidad del territorio y de sus necesidades. Como párroco deseaba la
liberación y la promoción de su pueblo. Don Puglisi propuso además un nuevo
modelo de parroquia. Entre sus iniciativas se recuerdan la solicitud de
servicios sociales en el barrio y una escuela secundaria. Logró en parte sus
deseos a través de manifestaciones, de contactos con el Estado, de protestas
civiles. Todo esto ocurrió bajo la luz del sol, lejos del altar, con gestos que
por su visibilidad no pasaron desapercibidos y que tuvieron efectos
desestabilizadores para los equilibrios mafiosos.
ER - RV
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