Lectura
del santo evangelio según san Mateo 9, 9-13
En aquel
tiempo, vio Jesús al pasar a un hombre llamado Mateo, sentado al mostrador de
los impuestos, y le dijo: «Sígueme.»
Él se
levantó y lo siguió. Y, estando en la mesa en casa de Mateo, muchos publicanos
y pecadores, que habían acudido, se sentaron con Jesús y sus discípulos. Los
fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos: «¿Cómo es que vuestro maestro
come con publicanos y pecadores?»
Jesús lo
oyó y dijo: «No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Andad,
aprended lo que significa "misericordia quiero y no sacrificios": que
no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores.»
Reflexión
del Evangelio de hoy
Caminad
según la vocación a la que habéis sido convocados
Cuando el
grupo que sigue al Señor hunde sus raíces en el amor y en la fuerza de la fe
éste vive acorde a la vocación a la que ha sido convocado, según piensa el
apóstol Pablo. Es la fuente trinitaria de la comunidad, lo que le da vida,
comunión, capacidad para ser testigo. Esta manera unitaria de ser es buena
medicina frente a todo lo que intenta socavar el encanto de la fraternidad,
egoísmo y soberbia. Pablo nos recuerda cuáles son los cimientos de la Iglesia,
nuestro mejor patrimonio como comunidad creyente: un bautismo, un solo
Señor, un solo Espíritu y una única esperanza, en función de los cuales
vivimos. Esta unidad, no obstante, perfila una preciosa pluralidad que se
origina en Cristo, el dador de dones a los hombres. Estos dones se especifican
en innumerables carismas y servicios que, puestos a trabajar al servicio de la
fe, nos permiten lograr la madurez en el seguimiento del Señor y la plenitud de
la gracia que se otorga a todo el que espera en su Palabra. Pero todo el activo
creyente se expresa por necesidad en dar, servir, repartir y agradecer. Si así
no es, no somos consecuentes con la vocación que hemos recibido.
No he
venido a llamar a los justos, sino a los pecadores
Por su oficio,
Mateo era uno más de los excluidos de la religión oficial. Sabemos la especial
sensibilidad de Jesús sobre los rechazados por su debilidad, condición y
oficio. Y a Mateo se acerca el Maestro y le invita al seguimiento. Y con él y
con otros pecadores, Jesús se sienta a la mesa: imagen del reino preconizado
por él, asentado en la humanidad, misericordia y fraternidad. Lo que no evita
el escándalo de los fariseos, expertos en trazar muros separadores del perdón
de Dios. Jesús no sabe de separaciones y, menos, en nombre de Dios. Y hace muy
bien en poner la norma cultural al revés o, dicho de otra manera, en ridículo;
porque ha venido a acoger a los que nadie considera, y a declarar con nitidez
que los privilegiados de Dios son los olvidados de los hombres, al igual que el
médico se ocupa de los enfermos. Además, recuerda la razón de ser de toda
religión: reconocer el amor gratuito, fiel y misericordioso que Dios Padre
profesa a todos y, en especial, a los más desasistidos. La prueba del algodón
de las religiones y de las expresiones religiosas de las comunidades no es la
adhesión externa a una norma religiosa, sino la práctica inequívoca de la
misericordia. Jesús así lo traduce recordándonos que somos nosotros los
pecadores los principales llamados a su proyecto humanizador, a su Reino. En
esta llamada estamos todos, sin exclusión.
De
sentado en la mesa de los impuestos a caminante del evangelio con el equipaje
del mandato del Señor. Él, y su comunidad, nos han dejado el primer texto de la
Buena Noticia redactado en hebreo.
El
aprendizaje de la comunidad ¿dónde pone el prioritario acento: en conocer y
cumplir la normativa religiosa, o en ejercer de prójimo?
Fr. Jesús Duque O.P.
Convento de Santo Domingo de Scala-Coeli (Córdoba)
Convento de Santo Domingo de Scala-Coeli (Córdoba)
https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/21-9-2018/
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