Hoy —en pleno ciclo de Navidad— aparece la figura de
Natanael, discípulo de Jesús, un hombre sencillo, "en quien no hay
engaño". ¡Sencillez!: la señal de Dios es la sencillez. La señal que en la
Noche Santa los Ángeles dieron a los pastores no contiene nada prodigioso, ni
espectacular: verán solamente un niño envuelto en pañales, necesitado de los
cuidados maternos; un niño que ha nacido en un establo y que está acostado en
un pesebre.
La señal de Dios es el Niño: Él se hace pequeño por
nosotros. Éste es su modo de reinar. Él no viene con poderío y grandiosidad
externos. Viene como niño inerme y necesitado de nuestra ayuda. No quiere
abrumarnos con la fuerza. Nos evita el temor ante su grandeza. No quiere de
nosotros más que nuestro amor, a través del cual aprendemos espontáneamente a
entrar en sus sentimientos, en su pensamiento y en su voluntad.
—Señor, te has hecho pequeño para que nosotros podamos comprenderte,
acogerte y amarte. ¡Aprendamos a vivir con Él!
Fuente: master·evangeli.net
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