Hoy consideramos el verdadero sentido del "reposo
sabático". El Sábado es símbolo de la Alianza de amor entre Dios y el
hombre. La creación está pensada, justamente, como un espacio para la Alianza,
como el lugar de encuentro entre Dios y el hombre, como un lugar para la
adoración.
El culto auténtico, la verdadera ofrenda a Dios no puede
ser la destrucción de algo (sacrificar un animal, por ejemplo), sino la unión
del hombre y de la creación con Dios. La pertenencia a Dios no tiene nada que
ver con destrucción o con el "no-ser", y sí con cierto modo de ser
(un "responder a Dios"). El reposo del sábado pretende la
participación en el descanso y en la paz de Dios. Celebrar el sábado significa
volver a los orígenes, limpiar toda la contaminación que nuestras obras han
producido. Pero, cuando el hombre se niega al "ocio por Dios" (esto
es, a la adoración), entonces entra en la esclavitud del “negocio”.
—Señor, ¡que nada anteponga yo a tu servicio!
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