13-01-2013 Radio Vaticana
(RV).- Este domingo, en la Fiesta del Bautismo del Señor,
también celebramos la 99 Jornada Mundial del emigrante y del refugiado. Para la
ocasión el mensaje del Santo Padre lleva por tema: “Emigrantes: peregrinación de
fe y esperanza”.
En Roma, la Oficina para la Pastoral de las Migraciones de la
Vicaría de Roma ha organizado un encuentro de oración, en el que participan los
principales grupos de migrantes presentes en Italia provenientes de numerosos
países de América Latina, Filipinas, Polonia, Rumania y Ucrania. El Presidente
del Pontificio Consejo para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes, el
cardenal Antonio María Veglió presidirá esta tarde la celebración eucarística
en la Parroquia de Santa Lucía en Roma, la parroquia que por antonomasia brinda
asistencia, apoyo y amistad a la comunidad de hermanos provenientes de América
Latina. Por este motivo, el mismo Santo Padre indicó al cardenal Agostino
Vallini, su Vicario para la Diócesis de Roma, que fuera esta Parroquia que
administra Mons. Antonio Nicolai, como el lugar más indicado para la
celebración de esta Jornada.
Importante recordar que la celebración de la Jornada
Mundial del Migrante y del refugiado nos mueven a pensar en todos aquellos
hermanos y hermanas, en familias y niños, que de cara a la situación actual de
crisis mundial se encuentran en una situación desesperada, en la que el deseo
de mejorar sus condiciones de vida los impulsa a buscar nuevos horizontes.
Benedicto XVI traza las líneas características que la
celebración asume en el marco del Año de la Fe: “en concomitancia con las
celebraciones del 50 aniversario de la apertura del Concilio Ecuménico Vaticano
II y de los 60 años de la promulgación de la Constitución apostólica Exsul
familia, al mismo tiempo que toda la Iglesia está comprometida en vivir el Año
de la fe, acogiendo con entusiasmo el desafío de la nueva evangelización.
El título del mensaje del Papa aluden al binomio fe y
esperanza que indica como inseparable en el corazón de muchísimos emigrantes,
puesto que en ellos anida el anhelo de una vida mejor, a lo que se une en
muchas ocasiones el deseo de querer dejar atrás la «desesperación» de un futuro
imposible de construir. Al mismo tiempo, el viaje de muchos está animado por la
profunda confianza de que Dios no abandona a sus criaturas y este consuelo hace
que sean más soportables las heridas del desarraigo y la separación, tal vez
con la oculta esperanza de un futuro regreso a la tierra de origen. Fe y
esperanza, por lo tanto, conforman a menudo el equipaje de aquellos que emigran,
conscientes de que con ellas «podemos afrontar nuestro presente: el presente,
aunque sea un presente fatigoso, se puede vivir y aceptar si lleva hacia una
meta, si podemos estar seguros de esta meta y si esta meta es tan grande que
justifique el esfuerzo del camino» (Encíclica Spe Salvi, 1).
El Mensaje del Papa que lleva la fecha del 12 de octubre
(2012), expresa palabras llenas de confiada esperanza, de aliento a cuantos
peregrinos, todavía buscan el lugar donde poder crecer con sus familias:
“Queridos hermanos emigrantes, que esta Jornada Mundial os ayude a renovar la
confianza y la esperanza en el Señor que está siempre junto a nosotros. No
perdáis la oportunidad de encontrarlo y reconocer su rostro en los gestos de
bondad que recibís en vuestra peregrinación migratoria. Alegraos porque el
Señor está cerca de vosotros y, con Él, podréis superar obstáculos y
dificultades, aprovechando los testimonios de apertura y acogida que muchos os
ofrecen”. Para concluir citando nuevamente la encíclica Spe Salvi (49) que nos
presenta una estupenda metáfora de lo que bien puede significar este viaje: «la
vida, es como un viaje por el mar de la historia, a menudo oscuro y borrascoso,
un viaje en el que escudriñamos los astros que nos indican la ruta. Las
verdaderas estrellas de nuestra vida son las personas que han sabido vivir
rectamente. Ellas son luces de esperanza. Jesucristo, es ciertamente la luz por
antonomasia, el sol que brilla sobre todas las tinieblas de la historia. Pero
para llegar hasta Él necesitamos también luces cercanas, personas que dan luz
reflejando la luz de Cristo, ofreciendo así orientación para nuestra travesía».
Patricia L. Jáuregui Romero –
Radio Vaticano / @pjuregui
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