26-01-2013 Radio Vaticana
(RV).- "La carencia de fe puede herir los bienes del
matrimonio: procreatividad, fidelidad conyugal e indisolubilidad": lo dijo
Benedicto XVI el sábado por la mañana en el discurso a los miembros del
Tribunal de la Rota Romana recibidos en audiencia con motivo de la inauguración
del Año Judicial. El Papa recalcó que la actual crisis de fe trae consigo una
crisis de la unión conyugal y subrayó que el rechazo de la propuesta divina
conduce a un profundo desequilibrio en todas las relaciones humanas. La cultura
contemporánea, afirmó el Pontífice, impone a la familia “desafíos urgentes” a
causa de su “acentuado subjetivismo y relativismo ético y religioso”.
En particular, observó, hay quien pone en contraste la
libertad de la persona con “la capacidad misma del ser humano de ligarse” para
toda la vida. De hecho, existe, una “difundida mentalidad” que hace pensar que
la persona “sea si misma permaneciendo ‘autónoma’ y entrando en contacto con el
otro sólo mediante relaciones que se puedan interrumpir en cualquier momento”.
“A nadie es ajeno cómo sobre la decisión del ser humano de ligarse con un
vinculo que dure toda la vida influya la perspectiva básica de cada uno, o sea
según esté fijada a un plano meramente humano, o se abra a la luz de la fe en
el Señor”. “De hecho sólo abriéndose a la verdad de Dios - agregó - es posible
comprender, y realizar en lo concreto de la vida también conyugal y familiar,
la verdad del hombre como hijo suyo, regenerado por el Bautismo”. Benedicto
XVI dirigió su pensamiento a la indisolubilidad del pacto entre un hombre y una
mujer. Un pacto, constató, que “no requiere, a fines de la sacramentalidad, la
fe personal de los novios”. Aquello que se pide, “como condición mínima
necesaria – subrayó – es la intención de hacer aquello que hace la Iglesia”.
“Pero si bien es importante no confundir el problema de la intención con aquel
de la fe personal de los contrayentes, no es posible separarlos totalmente”,
aseguró el Papa, citando al respecto un documento de 1977 de la Comisión
teológica internacional, en el que se resaltaba que, si “no se advierta algún
rastro de la fe como tal” se coloca “el problema de saber” si “la intención
general y verdaderamente sacramental” esté “presente o no, y si el matrimonio
es contraído válidamente o no”.
El Santo Padre se detuvo a reflexionar sobre el bien
conyugal y sobre su elemento esencial citando a San Agustín que habla de tres
bienes: procreatividad, fidelidad conyugal e indisolubilidad. Y advirtió que no
se debe prescindir “de la consideración que puedan presentarse casos en los que
justamente por la ausencia de fe, el bien de los cónyuges resulte comprometido
y por tanto excluido del consenso mismo”. “Con estas consideraciones, no
pretendo ciertamente sugerir algún fácil automatismo entre carencia de fe y
nulidad de la unión matrimonial, sino más bien evidenciar cómo tal carencia
pueda, aunque no necesariamente, herir también los bienes del matrimonio, desde
el momento en el que la referencia al orden natural querido por Dios es
inherente al pacto conyugal”, puntualizó el Papa. Benedicto XVI no dejó de
reconocer las dificultades “desde un punto de vista jurídico y práctico, de
enuclear el elemento esencial” del bien conyugal. Al mismo tiempo, puso en
evidencia el hecho que sobre la problemática de la validez del matrimonio,
“sobretodo en el contexto actual, será necesario promover ulteriores
reflexiones”. El Papa recordó asimismo a aquellos Santos que han vivido la
unión matrimonial, “en la perspectiva cristiana”, y de esta manera han logrado
“superar también las situaciones más adversas, consiguiendo a veces la
santificación del cónyuge y de los hijos con un amor siempre reforzado por una
sólida confianza en Dios”.
(RC-RV)
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