15-01-2013 L’Osservatore Romano
Casi un millón de franceses en las calles de París contra
el proyecto de ley sobre el matrimonio entre homosexuales. “Jamás había visto
una manifestación tan grande”, declaró el líder sindicalista Joseph Thouvenel.
Una marea salió a las plazas; una inmensa multitud —llegada de todo el país en
cientos de autobuses, decenas de trenes especiales y gracias al co-voiturage
(el uso común de automóviles privados)— se reunió para defender a la familia y
la filiación contra el proyecto de ley querido por el presidente François
Hollande y depositado por el ministro de Justicia, Christine Taubira.
Según Jérôme Fourquet, analista del instituto de sondeo
IFOP, se puede hablar de éxito para los organizadores de esta movilización:
éxito por el número de personas que se adhirieron, pero también por su gestión.
La gigantesca manifestación se desarrolló sin el mínimo
incidente, en un clima de pacífica alegría que impactó a los medios de
comunicación. “Hay una Francia que ha respondido 'presente' a este
llamamiento”, constató Fourquet: una Francia a imagen de la diversidad actual,
porque muchos musulmanes se han unido a los cristianos, a los judíos y a los no
creyentes. Algunas mezquitas incluso alquilaron coches para llevar a los fieles
a la manifestación.
Fuertes con este éxito masivo, las asociaciones
organizadoras han hecho un llamamiento al presidente de la República: “El
pueblo le pide hoy que convoque a los estados generales para la familia, el
matrimonio, la filiación y los derechos del niño y, con un gesto de
reconciliación nacional, que reciba en el Elíseo desde mañana a quienes los
franceses envíen pacíficamente a vuestra presencia”.
En cuanto a la Iglesia en Francia, que ha alentado y
respaldado la manifestación, los medios han subrayado en ella una sorprendente
capacidad de movilización: “Su discurso y su acción proponen un conjunto de
puntos de referencia sobre el que reflexionar”, recalcó “Le Monde” del 12 de
enero. Y la confirmación llegó al día siguiente, tomando forma de gran
manifestación.
Desde París, Patrice de Plunkett
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