Hoy, situados entre la Epifanía (= manifestación) del Señor
y su Bautismo (una segunda "epifanía"), nos centramos en el tema de
la "luz", algo que impregna el entero ciclo navideño. Ya en la
liturgia de la Noche Santa resonaba la idea —tomada de Isaías— de que
"sobre los que vivían en tierra de sombras, una luz brilló sobre
ellos".
La "luz" significa, sobre todo, conocimiento,
verdad, en contraste con la oscuridad de la mentira y de la ignorancia. Así, la
luz nos hace vivir, nos indica el camino. Pero además, en cuanto da calor, la
luz significa también amor. Donde hay amor, surge una luz en el mundo; donde
hay odio, el mundo queda en la oscuridad. Ciertamente, en el establo de Belén
aparece la gran luz que el mundo espera.
—La luz de Belén nunca se ha apagado. Donde ha brotado la
fe en aquel Niño, ha florecido también la caridad. Desde Belén una estela de
luz, de amor y de verdad impregna los siglos.
Fuente: master·evangeli.net
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