miércoles, 4 de octubre de 2017

Evangelio del día

“El que echa mano al arado y mira atrás, no vale para el Reino”

Lectura del santo evangelio según san Lucas 9,57-62
En aquel tiempo, mientras iban de camino Jesús y sus discípulos le dijo uno: «Te seguiré adonde vayas.»
Jesús le respondió: «Las zorras tienen madriguera, y los pájaros nido, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.»
A otro le dijo: «Sígueme.»
Él respondió: «Déjame primero ir a enterrar a mi padre.»
Le contestó: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios.»
Otro le dijo: «Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de mi familia.»
Jesús le contestó: «El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios.»

Reflexión del Evangelio de hoy
Déjame ir y reconstruiré la ciudad de mis padres

Nehemías tiene un rol, en principio, político-religioso, para derivar más tarde en el campo religioso, y en el texto de hoy se nos informa de un breve viaje que cursa a Jerusalén, quizá movido por las malas noticias que de allí recibe, noticias que causan en él una gran tristeza. Es un funcionario real en la corte persa que no disimula su desencanto al ver el destrozo de Jerusalén, para lo cual, y armado de valor, pide licencia real para reconstruir la ciudad. Petición que no mereció el inmediato favor del rey, por aquello de los temores de rebelión por fortificar las murallas. Es mucho lo que quiere Nehemías a Israel como para no sentirse afectado al contemplar tanta destrucción y miseria. Previa oración ante Yahvé, se presenta ante el rey con el propósito de que le permitiera ponerse a la difícil obra de la reconstrucción de la ciudad santa. Es la ciudad de sus padres en la que reposan los restos de sus antepasados. El rey Artajerjes accede y el texto interpreta que ha sido Dios el que ha movido el corazón del rey, y conseguido el placet real Nehemías inicia un difícil recorrido por los distintos gobernadores para acopiar recursos para reconstruir la ciudad de Dios.

El que echa mano al arado y mira atrás, no vale para el Reino

En el evangelio de Lucas adquiere relevancia el camino hacia Jerusalén – destino: la cruz y la gloria-. Camino de evidente riesgo que desembocará en la pasión, muerte y resurrección del Maestro y, por tanto, también en el inicio de la vida de la comunidad cristiana y desde donde partirá la predicación del Evangelio a la rosa de los vientos. El Evangelio subraya la decisión de Jesús de subir a Jerusalén, incluso en contra de la opinión de sus discípulos, a sabiendas que se encontrará con el rechazo que lo lleva a la muerte crucificada, así como a la glorificación. Por eso el texto explica en síntesis algunas cuestiones alusivas al seguimiento de Jesús, al camino que el discípulo debe recorrer. Y aunque se presagie la dureza del camino, Jesús alecciona a los suyos para que rehúyan la violencia y la intransigencia y se esfuercen de anunciar la salvación incluso a los que, de entrada, la rechazan. Este camino, la misión del evangelio, es imprescindible transitarlo con la mochila de la austeridad, con los ojos bien abiertos, sin incurrir en ingenuidades que nada tienen que ver con la bondad del seguidor (que la mies es poca y hay que caminar en medio de lobos). Seguir a Jesús es asumir la mística de la provisionalidad y la obligación de la transparencia. El Reino de Dios es lo prioritario y el absoluto de la misión, como lo es en el camino ascensional hacia Jerusalén. No se rechaza ni el afecto ni la ligación familiar, sino una invitación a integrar y jerarquizar todos los sentimientos en la visión que Jesús de Nazaret nos ofrece de una vida con sentido y esperanza.

Francisco de Asís, enamorado seguidor de Cristo pobre, bueno es que le tributemos el homenaje más necesario hoy: por su intercesión, que acertemos a cantar la excelencia de la naturaleza en su respeto, cuidado y fomento de la belleza creada en toda la hermana tierra.
¿Nos planteamos de verdad cual es la prioridad evangélica de la vida de la comunidad cristiana?

Fr. Jesús Duque O.P.

Convento de Santo Domingo de Scala-Coeli (Córdoba)

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