martes, 17 de octubre de 2017

El Papa renovó su aliento hacia la presencia franciscana en Tierra Santa desde hace 800 años

Martes 17 Oct 2017 | 10:09 am
Jerusalén (Tierra Santa) (AICA): “Uniéndome a mis venerados predecesores, comenzando con Clemente VI que, con la bula Gratias agimus, les confío la custodia de los Santos Lugares, quiero renovar ese mandato, alentándolos a ser testigos alegres del Resucitado en Tierra Santa”, escribió el papa Francisco en la carta que envió al Custodio de Tierra Santa, padre Francesco Patton OFM, con motivo de los 800 años de presencia franciscana en esa tierra.

La carta fue entregada por el cardenal argentino Leonardo Sandri, prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales, en visita a Tierra Santa del 16 al 21 de octubre con motivo de ese aniversario, y que esta mañana presidió la solemne misa pontifical en la iglesia de San Salvador en Jerusalén. 

El Santo Padre manifestó en primer lugar su alegría y adhesión a las múltiples iniciativas religiosas, pastorales y culturales que con motivo de esta celebración se fueron realizando durante este año: “Todas orientadas al redescubrimiento de la encomiable contribución de los ‘hermanos de la cuerda’- como se los llamaba- en los lugares donde el Hijo de Dios se hizo carne, y habitó entre nosotros”, se lee en la carta.

El Santo Padre quiso enviar un saludo especial “al igual que a todos los hermanos, que así mantienen vivo el testimonio cristiano, estudian las Escrituras y acogen a los peregrinos”.

Francisco recordó el origen de esta presencia franciscana en la Tierra de Jesús, cuando “el seráfico padre Francisco, en el capítulo de Pentecostés en mayo de 1217, abrió la Orden a la dimensión misionera y universal, enviando a sus hermanos a todas las naciones como testigos de fe, de fraternidad y de paz; y así se creó la Provincia de Tierra Santa, en un principio llamada de Ultramar o de Siria. Este ampliarse del horizonte de la evangelización fue el comienzo de una aventura extraordinaria, que llevó hace ocho siglos, a los primeros frailes menores a desembarcar en Acre”.

“Asiduos en la contemplación y la oración, sencillos y pobres, obedientes al obispo de Roma, también están comprometidos en el presente a vivir en Tierra Santa junto a los hermanos de diferentes culturas, etnias y religiones, sembrando la paz, la hermandad y el respeto”, expresó el Papa y añadió: “Es bien sabida la disponibilidad de ustedes para acompañar los pasos de los peregrinos procedentes de todo el mundo a través de la acogida y la guía. Se han dedicado a la búsqueda de los testimonios arqueológicos y al estudio atento de las Sagradas Escrituras, atesorando la famosa frase de San Jerónimo, que durante muchos años vivió retirado en Belén: ‘La ignorancia de las Escrituras es ignorancia de Cristo’”. 

Asimismo el pontífice destacó la obra de los franciscanos -además de la custodia y de la animación de los santuarios-, en “el compromiso en servicio de la comunidad eclesial local. Los animo a perseverar alegres en el apoyo a nuestros hermanos, especialmente los más pobres y los más débiles; en la educación de la juventud -que a menudo corre el riesgo de perder la esperanza en un contexto todavía sin paz-; en la acogida de los ancianos y el cuidado de los enfermos, viviendo concretamente en la cotidianidad las obras de misericordia”. 

“Son embajadores de todo el Pueblo de Dios –agregó el Papa en su carta- que con generosidad siempre los ha sostenido, en particular, a través de la Colecta para Tierra Santa, que contribuye a garantizar que en la Tierra de Jesús la fe se haga visible mediante las obras. De manera especial los sostiene, en nombre del sucesor de Pedro, la Congregación para las Iglesias Orientales, que en estos días celebra su centenario”.

Por último el papa Francisco les recordó las palabras del San Francisco, que les aconsejaba a sus hijos: “Cuando van por el mundo, no litiguen ni contiendan con palabras, ni juzguen a los otros; sino sean apacibles, pacíficos y moderados, mansos y humildes, hablando a todos honestamente, como conviene”.

El pontífice concluyó su misiva confiando “la Custodia de Tierra Santa, cada una de sus comunidades y todos los frailes a la protección maternal de la Virgen María” y les impartió de corazón la bendición apostólica.+


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