Día litúrgico: Lunes XXIII del tiempo ordinario
Texto del Evangelio (Lc 6,6-11): Sucedió que entró
Jesús otro sábado en la sinagoga y se puso a enseñar. Había allí un hombre que
tenía la mano derecha seca. Estaban al acecho los escribas y fariseos por si
curaba en sábado, para encontrar de qué acusarle. Pero Él, conociendo sus
pensamientos, dijo al hombre que tenía la mano seca: «Levántate y ponte ahí en
medio». Él, levantándose, se puso allí. Entonces Jesús les dijo: «Yo os
pregunto si en sábado es lícito hacer el bien en vez de hacer el mal, salvar
una vida en vez de destruirla». Y mirando a todos ellos, le dijo: «Extiende tu
mano». Él lo hizo, y quedó restablecida su mano. Ellos se ofuscaron, y
deliberaban entre sí qué harían a Jesús.
Comentario: P. Julio César RAMOS González
SDB (Mendoza, Argentina).
Levántate y ponte ahí en medio (...). Extiende tu mano
Hoy, Jesús nos da ejemplo de libertad. Tantísimo hablamos
de ella en nuestros días. Pero, a diferencia de lo que hoy se pregona y hasta
se vive como “libertad”, la de Jesús, es una libertad totalmente asociada y
adherida a la acción del Padre. Él mismo dirá: «Os aseguro que el Hijo del
hombre no puede hacer nada por sí mismo sino solamente lo que ve hacer al
Padre; lo que hace el Padre, lo hace el Hijo» (Jn 5,19). Y el Padre sólo obra,
sólo actúa por amor.
El amor no se impone, pero hace actuar, moviliza
devolviendo con amplitud la vida. Aquel mandato de Jesús: «Levántate y ponte
ahí en medio» (Lc 6,8) tiene la fuerza recreadora del que ama, y por la palabra
obra. Más aún, el otro: «Extiende tu mano» (Lc 6,10), que termina logrando el
milagro, restablece definitivamente la fuerza y la vida a lo que estaba débil y
muerto. “Salvar” es arrancar de la muerte, y es la misma palabra que se traduce
por “sanar”. Jesús sanando salva lo que de muerto había en ese pobre hombre
enfermo, y eso es un claro signo del amor de Dios Padre para con sus criaturas.
Así, en la nueva creación en donde el Hijo no hace otra cosa más que lo que ve
hacer al Padre, la nueva ley que imperará será la del amor que se pone por
obra, y no la de un descanso que “inactiva”, incluso, para hacer el bien al
hermano necesitado.
Entonces, libertad y amor conjugados son la clave para
hoy. Libertad y amor conjugados a la manera de Jesús. Aquello de «ama y haz lo
que quieras» de san Agustín tiene hoy vigencia plena, para aprender a
configurarse totalmente con Cristo Salvador.
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