11 de septiembre, 2013 (romereports.com) El Papa Francisco visitó el Centro Astalli de refugiados en Roma. Comenzó saludando a los voluntarios, que el año pasado atendieron allí a más de 20.000 personas. A continuación, saludó uno a uno a 40 refugiados provenientes de diferentes países y se sentó con ellos a beber una taza de mate argentino.
Durante su discurso, recordó que es necesario servir, acompañar y defender a los refugiados.
Papa Francisco
“Pienso en las mujeres, las madres, que pasan por este tipo de experiencias para poder asegurar un futuro a sus hijos y poder darles la esperanza de otra vida para ellos y para su familia”.
Isabel dejó atrás su país, Colombia hace 13 años. Como refugiada política dijo que las palabras del Papa la marcaron de manera personal y también espiritual.
Isabel Castaño
Refugiada colombiana
“¿Los refugiados quiénes son? Las personas que escapan de los conflictos armados, de las guerras. Pero no es que nosotros escapamos porque queremos dejar nuestros países. ¡No!”
Además de la invitación a servir, acompañar y defender a los refugiados, el Papa hizo una petición muy directa. En lugar de usar los conventos vacíos como hoteles, pidió a las órdenes religiosas que los usen para acoger a refugiados.
P. Giovanni La Manna
Presidente del Centro de Refugiados Astalli
“Cuando el Papa invitó a los religiosos a abrir las puertas de sus conventos, fue una señal fuerte de una preocupación concreta. Las instituciones que proporcionan acogida están en crisis”.
Adam Sidig, un joven de 33 años, también conoció al Papa. Abandonó Sudán para escapar de una violenta guerra. Afirma que centros de apoyo como éste le brindaron una ayuda enorme.
Adam Sidig
Refugiado de Sudán
“El Centro Astalli me ha ayudado mucho. Y no sólo a mí, sino a muchos otros refugiados. Cuando llegas a un país, buscas algún lugar donde dormir, comer y aprender el idioma. El Centro Astalli ha sido muy importante para mí”.
El Centro Astalli está dirigido por jesuitas. Por eso, después de su discurso el Papa oró ante la tumba del padre Pedro Arrupe, fundador del Servicio Jesuita a Refugiados.
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