Obispo y Doctor de la Iglesia.
Martirologio Romano: San Cirilo, obispo y doctor de
la Iglesia, que elegido para ocupar la sede de Alejandría, en Egipto, trabajó
con empeño para mantener íntegra la fe católica, y en el Concilio de Éfeso
defendió los dogmas de la unidad de persona en Cristo y la divina maternidad de
la Virgen María (444).
Etimológicamente: Cirilo = Aquel que es un gran
Rey, es de origen griego.
San Cirilo nació en el año 370, y desde el 412 al 444, año
de su muerte, tuvo firmemente en mano las riendas de la Iglesia de Egipto,
dedicándose al mismo tiempo en una de las épocas más difíciles en la historia
de la Iglesia de Oriente a la lucha por la ortodoxia, en nombre del Papa san Celestino. En esta firmeza al servicio de la doctrina y en la valentía
demostrada en defensa de la verdad católica está la santidad del luchador
obispo de Alejandría, aunque reconocida tardíamente, por lo menos en Occidente.
En efecto, solamente bajo el pontificado de León XIII su
culto se extendió a toda la Iglesia latina, y tuvo el título de “doctor”.
Por la defensa de la ortodoxia, contra el error de
Nestorio, obispo de Constantinopla, corrió el riesgo de ser desterrado y
durante algunos meses vivió la humillación de la cárcel: “Nosotros—escribió—por
la fe de Cristo estamos listos a padecerlo todo: Las cadenas, la cárcel, todas
las incomodidades de la vida y la misma muerte”.
En el concilio de Éfeso, del que Cirilo fue protagonista,
quedó derrotado su adversario Nestorio, que había suscitado una verdadera
tempestad en el seno de la Iglesia, pues negaba la maternidad divina de María.
Título de gloria para el obispo de Alejandría fue el haber
elaborado en esta ocasión una auténtica y límpida teología de la Encarnación.
“El Emanuel tiene con seguridad dos naturalezas: la divina y la humana. Pero el
Señor Jesús es uno, único verdadero hijo natural de Dios, al mismo tiempo Dios
y hombre; no un hombre deificado, semejante a los que por gracia se hacen
partícipes de la divina naturaleza, sino Dios verdadero que por nuestra
salvación apareció en la forma humana”. De particular interés es la cuarta de
las siete homilías que pronunció durante el concilio de Efeso, el célebre Sermo
in laudem Deiparæ. En este importante ejemplo de predicación mariana, que da
comienzo a un rico florecimiento de literatura en honor de la Virgen, Cirilo
celebra las grandezas divinas de la misión de María, que es verdaderamente
Madre de Dios, por la parte que tuvo en la concepción y en el parto de la
humanidad del Verbo hecho carne.
Controversista maravilloso, Cirilo volcaba los ríos de su
fecunda oratoria. Teólogo de mirada aguda, fue al mismo tiempo celoso pastor de
almas. En efecto, además de sus tratados exclusivamente doctrinales, tenemos de
él 156 Homilías sobre san Lucas de carácter pastoral y práctico, y las más
conocidas Cartas pastorales, que se encuentran en 29 homilías pascuales.
Hipatia y Cirilo de
Alejandría,
errores en una leyenda negra
El uso, y abuso, de leyendas negras con el único fin de querer
desprestigiar a la Iglesia, no es una novedad, es algo que históricamente se
repite cíclicamente pese a que ya una y otra vez la verdad siempre brilla.
La relación entre Hipatia y San Cirilo, actualizada en
nuestros días por una película que no vamos a nombrar, no fue tan truculenta
como nos quieren hacer creer. Veamos algunos de los tantos errores históricos
en que caen los enemigos de la Iglesia, ahora disfrazados de productores
cinematográficos:
1) Hipatia, protagonista de la misma, no fue asesinada
siendo joven y hermosa, sino que murió en el año 415, a los 61 años de edad
(una anciana en aquella época) Claro, que sabiendo que el espectador se suele
identificar con el protagonista -y por tanto también con la ideología que
pretende transmitir-, no se ha dudado en recurrir a la guapa actriz Rachel
Weisz, de 38 años. Es más fácil que el espectador se identifique con alguien
atractivo, joven y bello (el caso de esta actriz), que con un personaje
histórico feo o viejo (la verdadera Hipatia a la edad en que murió)
2) Hipatia no destacó por ser astrónoma, ni se adelantó a
Kepler en más de mil años, sino que simplemente fue una filósofa de la escuela
platónica. Esta es la única referencia histórica que existe sobre ella, y se
debe al obispo cristiano Sinesio de Cirene, quien, al contrario de como le
pinta la película, hablaba bien de ella.
3) Dicho obispo, a quien la película muestra como traidor
y cómplice en el asesinato de la filósofa, murió dos años antes que ella, por
lo que es imposible que tuviera nada que ver con su muerte.
4) Hipatia también tenía buenas relaciones con otros
cristianos, como es el caso del curial Amonio o del Patriarca Teófilo, así como
de muchos cristianos fervientes que, contemporáneos con los sucesos, no dudaron
en defender su personalidad. Como por ejemplo, Timoteo, en su Historia
Eclesiástica. También fue un cristiano, Sócrates Escolástico, quien en su
Historia Eclesiástica (VII,15), escrita con posterioridad a la muerte de la
alejandrina, la encomió como "modelo de virtud".
5) Hipatia no fue virgen "para ser igual que un
hombre y poder ejercer una profesión con plena dedicación", como ha
declarado la protagonista de la película, quien se considera "feminista
radical", sino porque, coherente con su filosofía platónica, ejercía la
"Sofrosine" (el dominio de uno mismo a través de las virtudes,
entendidas como el control de los instintos y las pasiones).
6) La mujer no fue libre en Grecia y Roma hasta que llegó
el cristianismo y la sometió la sujeción del hombre, como quiere transmitir la
película, sino que en Grecia la mujer era considerada como un objeto más de la
casa, y en Roma no era una «sui iuris», es decir, titular de derechos, sino que
era considerada "capiti diminutio", como un niño o un incapacitado y,
por tanto, estaba sometida a la tutela o la "manus" del padre o del
marido. Por el contrario, fue el cristianismo el que consideró al hombre y a la
mujer iguales en naturaleza, pues ambos son hijos de Dios y hermanos en Cristo;
y prueba de ello es que las primeras manifestaciones de mujeres libres
autodeterminándose, pese a la voluntad de sus padres o del estado, fueron las
primeras mártires cristianas víctimas de las persecuciones romanas, tales como
Santa Inés, Santa Ágata o Santa Cecilia.
Presentar a la mujer en el ámbito de lo que fue la
sociedad pagana, en unas condiciones de emancipación como las que caracterizan
a Hipatia, resultaría absolutamente incomprensible si no se advierte al mismo
tiempo que es el creciente desarrollo del cristianismo y su concepción de igual
dignidad de hombre y mujer que lo hacen posible. El paganismo, los clásicos
griegos y romanos, confieren a la mujer un papel subalterno y esencialmente
doméstico y para nada vinculado a las instituciones públicas, excepto en
determinados y específicos cultos religiosos. Es decir, Hipatia es el resultado
de la evolución de una sociedad influenciada de manera creciente por el
cristianismo. Esto Amenábar lo oculta.
De la misma manera que Amenábar presenta a Hipatia, es
necesario recordar otras figuras de mujeres filósofas o escritoras, como
Eudocia, nacida en una familia pagana como Atenais y convertida luego al
cristianismo. La presencia pública de mujeres en una sociedad que se estaba
cristianizando sólo se explica por este último hecho, lo cual contradice
frontalmente lo que Amenábar nos relata.
7) Fue precisamente San Cirilo de Alejandría -personaje
que en el fondo persigue la leyenda de Hipatia- el que más ha exaltado en la
historia de la humanidad la condición femenina, pues a él se debe la expresión
"Theotokos", palabra griega que significa "Madre de Dios".
Él fue quien derrotó a la herejía nestoriana en el Concilio de Éfeso del año
431. En esencia, la disputa consistía en si María era madre de Cristo o madre
de Dios. San Cirilo consiguió que se convocase un concilio en Éfeso, lugar donde
vivió sus últimos años la Virgen María, y logró que la Iglesia declarase el
primer dogma mariano de la historia: María, Madre de Dios. Hasta aquel momento
nadie en la historia había conseguido colocar a un ser humano mujer por encima
de cualquier hombre.
8) Hipatia nunca fue directora de la Biblioteca de
Alejandría, ni ésta fue destruida por los cristianos, sino que fue incendiada
por Julio César, saqueada como el resto de la ciudad por Aureliano en el año
273, y rematada por Diocleciano en 297. En el año 391 fue destruido lo que
quedaba del templo del Serapeo después de la destrucción por los judíos en
tiempos de Trajano, y también el repaso que le pegó Diocleciano, quien, para
conmemorar la hazaña, puso allí su gran columna, razón por la cual los
cristianos lo destruyeron, ya que él era el símbolo de las persecuciones que
sufrieron durante trescientos años. Pero lo que allí quedaba de la biblioteca
era tanto como lo que restaba en otros sitios.
9) El paganismo siguió existiendo en Alejandría hasta que
llegaron los árabes. Concretamente, el neoplatonismo siguió floreciendo allí
hasta varios siglos después de la muerte de Hipatia: la escuela platónica de
Alejandría continuó funcionando con normalidad durante más de 200 años, hasta
que lo recuperó el Renacimiento cristiano. Además, su más brillante exponente
fue San Agustín, coetáneo de Hipatia.
La historia de Hipatia ha sido objeto de una recurrente
manipulación, fundamentalmente con el fin de atacar a la Iglesia: desde la
Ilustración hasta el feminismo radical actual. Amenábar, pues, no es original
ni siquiera en eso. Según el "iluminado" Voltaire, "desde la
muerte de Hipatia hasta la Ilustración, Europa está sumida en la oscuridad; la
Ilustración, al rebelarse contra la autoridad de la Iglesia, la revelación y los
dogmas, vuelve a abrir la iluminación de la razón". En cuanto al segundo
ejemplo de manipulación -el del feminismo radical-, podemos observar el que
hace Úrsula Molinaro, según el cual Hipatia fue la campeona del amor libre,
pese a que en realidad era virgen.
La verdadera historia de Hipatia se ha transformado
artificialmente en la leyenda del "Crimen de Alejandría", cuyo
protagonista principal es el obispo San Cirilo. La atribución directa a este
último del asesinato de Hipatia se debe al escritor pagano Damascio, último
escolarca de la Academia de Atenas y autor de la "Vida de Isidoro"
(una apología del paganismo de finales del s.V y principios del s.VI), quien
exiliado en Persia tras su cierre por orden de Justiniano, y dispuesto a azuzar
las maledicencias contra San Cirilo, a quien tuvo por rival -en un tiempo de
rivalidades religiosas fortísimas y extremas-, le atribuyó el homicidio sin más
fundamento que sus propias conjeturas. Porque esto y no otra cosa es lo que,
desde entonces y hasta hoy, siguen haciendo cuantos rivalizan endemoniadamente
contra la Fe católica. Han pasado siglos desde el lamentable episodio y nadie
ha podido aportar otro cargo contra el gran santo de Alejandría que no fuera la
sospecha, el rumor, la hipótesis trasnochada o la presunción prejuiciosa.
Pero la leyenda en sí misma surge en 1720, con la obra de
John Toland (irlandés, hijo ilegítimo de un sacerdote católico, que se hizo
protestante y posteriormente activo militante del ateísmo en la Gran Logia de
Londres) Después vino Voltaire; después, el historiador Edward Gibbon, quien,
para argumentar su tesis acerca de que el cristianismo es la causa interna de
la decadencia del Imperio Romano, utiliza la leyenda de Hipatia y declara a
Cirilo responsable de todos los conflictos que estallaron en Alejandría en el
siglo V. Más tarde llegarán las versiones románticas de Leconte de Lisle y
otros, y finalmente el feminismo radical, para el que Hipatia fue la primera
mártir de la misoginia propia del cristianismo. Todos los autores citados, y
alguno más, tienen una cosa en común: son masones reconocidos. De nuevo, la
Masonería aparece de fondo, entre bambalinas, cada vez que surgen ataques
mediáticos contra la religión, y concretamente contra el cristianismo (enemigo
secular de su ideología y por tanto de su imposición a todo el mundo) como ha
hecho siempre, empleando para ello diferentes medios adaptados a cada momento
histórico)
El maltrato y la muerte de Hipatia no es imputable a los
cristianos, como tampoco lo es a San Cirilo de Alejandría. El origen de tal
acusación se debe, como se ha señalado antes, al pagano Damascio, enemigo
acérrimo de San Cirilo, y simplemente ha sido repetida desde entonces por todos
los enemigos de la Iglesia para atacarla. No hay mentira mayor que la que sostiene
que "los historiadores coinciden en responsabilizar a Cirilo de Alejandría
por el asesinato de Hipatia". Coinciden los enemigos frenéticos de la
Iglesia Católica, no los historiadores o los genuinos estudiosos del caso:
No coinciden (y discrepan con la leyenda negra oficial
impuesta finalmente por el Iluminismo) el arriano Filostorgio, el sirio Juan de
Éfeso, los jansenistas Le Nain de Tillemont y Claude Pierre Goujet, o el
erudito Christopher Haas en su "Alexandria in Late Antiquity: Topography
and Social Conflict", publicado en 2006. No coincide tampoco Thomas Lewis,
quien redactara ya en 1721 la célebre impugnación de la mentira a la que tituló
sugestivamente "La Historia de Hypatia, la imprudentísima maestra de
Alejandría: asesinada y despedazada por el populacho, en defensa de San Cirilo
y el clero alejandrino. De las calumnias del señor Toland". No coincide
Miguel Ángel García Olmo, quien advierte en la maniobra acusadora un "afán
de mancillar la ejecutoría de un pastor teólogo de vida esforzada y ejemplar
como fue Cirilo de Alejandría, venerado en Oriente y en Occidente"; y ni
siquiera se atreve a coincidir Gonzalo Fernández, quien en su obra "La
muerte de Hypatia", del año 1985, a pesar de la ninguna simpatía que
manifiesta hacia el santo, llamando tiránico a su ministerio, concluye en que
"ninguna de las fuentes sobre el linchamiento de Hipatia alude a la
presencia de parabolani entre sus asesinos". Los parabolani eran los
miembros de una hermandad de monjes alistados voluntariamente para el servicio,
principalmente entre los enfermos, y que en su momento respondieron
incondicionalmente a San Cirilo, recibiendo la acusación de consumar el
linchamiento de Hipatia. Recuérdese que también Aguinis menciona a "un
grupo de monjes", como causa instrumental del delito. No coinciden los
hechos. Porque el mismo San Cirilo, que lamentó y reprobó el crimen de Hipatia,
amonestó enérgicamente en su Homilía Pascual del 419 a la plebe alejandrina,
dada a participar en turbamultas feroces y sanguinarias como la que puso
desdichado fin a la vida de la filósofa. Si no se le cree al santo, las novelas
de Lawrence Durrel -concretamente las de su Cuarteto de Alejandría- resultan
una buena fuente para conocer el carácter sangriento y cruel de esas tropelías
feroces del populacho alejandrino. Sin olvidarnos de que fueron esas mismas
hordas las que dieron muerte a dos obispos cristianos, Jorge y Proterio, en el
361 y 457 respectivamente.
El anticristianismo de la película es, pues, más que
obvio, y nada disimulado; el mensaje de fondo se puede resumir en tres puntos:
1) Los cristianos son violentos, machistas y contrarios al
progreso, la cultura y la razón.
2) Jesús podría haber sido magnífico, pero no sus
seguidores.
3) Según el propio Amenábar, la civilización antigua era
un prodigio de ilustración "de no haberse dado ese traspiés que fue la
Edad media y la caída del Imperio Romano, y de no haberse paralizado el mundo
durante 500 años".
Con estos prejuicios ideológicos, totalmente ajenos a la
verdad histórica, es lógico que Amenábar denuncie el inventado fanatismo de la
intolerancia religiosa. Lo curioso es que para ello tenga que mirar al pasado,
manipulándolo además -¿más desmemoria histórica?- y no refleje uno de los
mayores integrismos actuales, que justamente va en la dirección opuesta: la
actual intolerancia antirreligiosa, de la que él es, de nuevo hay que decirlo,
simple punta de lanza. La Hipatia que retrata el director no es la real, pero a
los espectadores no se les va a advertir esa ausencia de base histórica, sino
que se les pretende hacer creer justo lo contrario.
Parece que Amenábar ha ´olvidado´ un pequeño detalle en su
película: los que persiguieron masivamente, reprimieron, torturaron y mataron
fueron los paganos a los cristianos en nombre del paganismo y de razones que
hoy nos parecen brutalmente irracionales, como lo constatan las propias actas
de los juicios romanos. Amenábar engaña y miente con las imágenes y el
argumento, que hace de la película más cara rodada en España un simple panfleto
político anticristiano. Al final va a tener razón: la situación de entonces se
parece a la actual (los paganos persiguiendo a los cristianos, y no como él nos
lo quiere vender).
Si quieres saber más de San Cirilo de Alejandría consulta corazones.org
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