Depender de Dios no significa suprimir la libertad humana.
Los cristianos no creen en el destino en el sentido de
fatalidad, pues creen que Dios los ha creado libres e inteligentes,
responsables de sus actos. Los cristianos creen en el destino en el sentido de
vocación para el amor, al que Dios los llama y los dirige con su Providencia.
Su destino es llegar libremente a la perfección última, que es participar del
amor de Dios.
Más información: Aleteia.
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