Obispo.
Martirologio Romano: En Chichester, en Inglaterra,
san Ricardo, obispo, que, desterrado por el rey Enrique III y restituido
después en la sede, se mostró generoso en ayudar a los pobres (1235).
Etimológicamente: Ricardo = Aquel que es un líder,
es de origen germánico.
Fecha de
canonización: 22
de enero de 1262 por el Papa Urbano IV.
A finales del siglo XII nace Ricardo, en Wyche, en una
familia de trabajadores del campo. Choca la austeridad y dureza permanente de
su vida con el estilo de los grandes de su tiempo. Los obispos son
"lores" y amantes de los cuidados humanos; los monjes abundan en la
prosperidad y el lujo; los nobles son ambiciosos y en el trono se aprecia una
corriente fuertemente regalista. La clase baja del pueblo es pobre y está
sumida en la ignorancia y en la superstición. Ricardo es enérgico e
intransigente cuando se tratan asuntos en los que está presente la injusticia,
la inmoralidad o la avaricia.
Posiblemente esta condición natural en él sea lo que le
lleva a un distanciamiento, cuando no rechazo de los poderosos. El caso es que
la austeridad vivida en casa de sus padres -cuando fue niño- debió prepararle
para la misión que había de desempeñar de adulto.
Marcha a estudiar a Oxford donde tiene buenos maestros
franciscanos y dominicos; y como los recursos no estiran más, pasó hambre y
frío. Una corta estancia en París y vuelta a Oxford, graduándose en Artes. En
Bolonia aprende durante siete años los cánones, haciendo lo que hoy llamaríamos
la carrera de Derecho. Cuando vuelve a Oxford es nombrado Canciller de la
Universidad, Canciller del arzobispado de Canterbury y también de Lincoln,
donde estaba de obispo su antiguo amigo y profesor Grosseteste. Ejerce la
docencia en Orleáns por dos años y allí se ordena sacerdote.
El Arzobispo de Canterbury lo nombra obispo de Chichester,
a la muerte del obispo Ralph Neville. Y aquí comienza una etapa de dificultades
mayores y de vigoroso testimonio.
El rey Enrique III, que se apodera por sistema de los
beneficios eclesiásticos vacantes, se opone rotundamente a esta elección.
Además, prefiere para la sede libre a Roberto Passelewe por razones de
"erario real". Interviene el papa Inocencio IV que está presidiendo
en este tiempo el concilio de Lyon, confirmando el nombramiento de Ricardo y
consagrándolo personalmente, el 5 de marzo de 1245. Pero esto pone peor las
cosas. Y es que el alto prestigio adquirido por el papado desde el siglo IX ha
venido a menos desde que se hundió la Casa de Hohenstaufen y los papas se han
inclinado hacia Francia; la rivalidad existente entre Inglaterra y Francia
provoca de rebote reacciones contra Roma que se manifiestan en un fuerte
nacionalismo inglés, en la resistencia del trono a aceptar las decisiones del
papa y en intransigencias e intromisiones en las materias mixtas. Hasta los
Legados pontificios son mal recibidos, si no ignorados, en la corte inglesa.
En estas circunstancias, el nombramiento de Ricardo ha
caído, humanamente, en mal momento. El rey ha mandado cerrarle físicamente las
puertas del palacio episcopal y ha prohibido darle cobijo y dinero. El temor de
la gente a la venganza real lleva a que se vea a Ricardo-obispo vagabundo por
su legítima diócesis, haciendo de obispo misionero, viajando a pie y
desprovisto de servicio. Debía ser una estampa curiosa en la época en que los
obispos eran "lores" y jamás trabajaban sin séquito. Visita las casas
de los pescadores y catequiza a los humildes con quienes comparte alimento.
¡Todo un escándalo para altos eclesiásticos que gustan de fastuosidades y de
monjes que disfrutan de buena mesa! Condena los abusos de poder y los vicios de
la época con extraordinaria energía; de modo especial presenta una defensa a
ultranza del derecho frente a la arbitrariedad y al abuso de poder; predica la
doctrina evangélica frente al nepotismo reinante.
Fueron ocho años de obispo en que supo mantenerse, con
fortaleza, libre de presiones. De hecho, nadie se explica cómo fue posible
reunir una y otra vez a su Cabildo para sacar adelante las Constituciones que
son de esa época y sientan los modos de hacer en adelante, señalando una praxis
pastoral distinta y más adecuada a los principios evangélicos.
Murió en la casa-asilo -"Mas-Dieu"- para
sacerdotes pobres y peregrinos, a los 55 años.
Navegar contra corriente tiene sabor de Evangelio, pero
precisa rectitud, austeridad y disposición a aceptar el sufrimiento.
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