24-04-2012 Radio Vaticana
(RV).- «Mi verdadero programa de gobierno es dejarme
conducir por Cristo de tal modo que sea él mismo quien conduzca a la Iglesia en
esta hora de nuestra historia». Palabras de Benedicto XVI en la primera homilía
de su Pontificado.
Un día como hoy, hace siete años, Benedicto XVI daba
comienzo a su Pontificado con la Santa Misa, la imposición del Palio y la
entrega del anillo del pescador en el solemne inicio de su Ministerio Petrino
como Obispo de Roma...
En su homilía, evocando con profunda emoción y devoción a
su amado predecesor, Juan Pablo II -«el Papa que durante 26 años ha sido
nuestro pastor y guía en el camino a través de nuestros tiempos»– Benedicto XVI hizo hincapié en que quien cree, nunca está solo, y que en ese momento en
que él «débil siervo de Dios», debía asumir ese «cometido inaudito, que supera
realmente toda capacidad humana», se preguntaba «¿Cómo puedo hacerlo? ¿Cómo
seré capaz de llevarlo a cabo?»
Para luego responder que gracias a la muchedumbre de los
santos, «representada por algunos de los grandes nombres de la historia que
Dios teje con los hombres», se reavivaba en él «esta conciencia: no estoy solo.
No tengo que llevar yo solo lo que, en realidad, nunca podría soportar yo solo.
La muchedumbre de los santos de Dios me protege, me sostiene y me conduce».
«Sí, la Iglesia está viva; ésta es la maravillosa experiencia de estos días»,
enfatizó Benedicto XVI, destacando que «precisamente en los tristes días de la
enfermedad y la muerte del Papa, algo se ha manifestado de modo maravilloso
ante nuestros ojos: que la Iglesia está viva y nosotros lo vemos:
experimentamos la alegría que el Resucitado ha prometido a los suyos»:
«Sí, la Iglesia está viva; la Iglesia es joven. Ella lleva
en sí misma el futuro del mundo y, por tanto, indica también a cada uno de
nosotros la vía hacia el futuro».
Poniendo de relieve que una de las características
fundamentales del pastor debe ser amar a los hombres que le han sido confiados,
tal como ama Cristo, a cuyo servicio está, el nuevo Papa señalaba textualmente
¡Queridos amigos! En este momento no necesito presentar un programa de
gobierno:
«Mi verdadero programa de gobierno es no hacer mi voluntad,
no seguir mis propias ideas, sino de ponerme, junto con toda la Iglesia, a la
escucha de la palabra y de la voluntad del Señor y dejarme conducir por Él, de
tal modo que sea él mismo quien conduzca a la Iglesia en esta hora de nuestra
historia».
Y «para que sea el Señor quien nos lleve y nosotros
aprendamos a llevarnos unos a otros» pidió que roguemos unos por otros y por él
y su ministerio de Pastor y timonel de la Iglesia Universal, ante cualquier
desafío: «Queridos amigos, en este momento sólo puedo decir: rogad por mí, para
que aprenda a amar cada vez más al Señor:
Rogad por mí, para que aprenda a querer cada vez más a su
rebaño, a vosotros, a la Santa Iglesia, a cada uno de vosotros, tanto personal
como comunitariamente. Rogad por mí, para que, por miedo, no huya ante los
lobos».
«Quien deja entrar a Cristo en su propia vida no pierde
nada, nada –absolutamente nada– de lo que hace la vida libre, bella y
grande», dijo también hace siete años, Benedicto XVI dirigiéndose ese primer
día como Papa a la juventud:
«Sólo con esta amistad experimentamos lo que es bello y lo
que nos libera. Así, hoy, yo quisiera, con gran fuerza y gran convicción, a
partir de la experiencia de una larga vida personal, decir a todos vosotros,
queridos jóvenes: ¡No tengáis miedo de Cristo! Él no quita nada, y lo da todo.
Quien se da a él, recibe el ciento por uno. Sí, abrid, abrid de par en par las
puertas a Cristo, y encontraréis la verdadera vida»
(CdM - RV)
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