El ayuno –decisión temporal de no comer o de comer menos
de lo habitual– es practicado no sólo por motivos religiosos. La Iglesia lo
considera un ejercicio de conversión a Dios. Fortalece el espíritu y enseña que
el sentido de la vida no consiste sólo en la satisfacción de los deseos o en la
búsqueda de los bienes.
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