Hoy, sorprendentemente, el discurso del pastor no comienza
con el «Yo soy el buen pastor», sino con la imagen de la "puerta".
Jesús da la pauta para los pastores de su rebaño: alguien es un buen pastor
cuando entra a través de Jesús. Así, Jesucristo sigue siendo el pastor: el
rebaño le "pertenece" sólo a El.
En Juan 21, el Señor le dice por tres veces a Simón-Pedro:
«Apacienta mis corderos/ovejas». Se le está confiando la misma tarea de pastor
que pertenece a Jesús. Para desempeñarla debe entrar por la "puerta":
«Simón, hijo de Juan, ¿me amas?». Cristo le pregunta por el "amor"
que le hace ser una sola cosa con Él. Así Pedro llega a las ovejas "a
través de Jesús". Entonces las ovejas escuchan la voz de Jesús y es Él
mismo quien las guía.
—Finalmente, Jesús dice a Pedro: «Sígueme» (21,19). Ello
comporta la aceptación de la cruz, la disposición a dar la propia vida.
Precisamente así se hacen concretas las palabras: «Yo soy la puerta».
Comentario: REDACCIÓN evangeli.net
(elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano).
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