LXXIV Papa y Mártir.
Martirologio Romano: San Martín I, papa y mártir, que
tras condenar la herejía de los monotelitas en el Concilio de Letrán, por orden
del emperador Constante II fue arrancado de su sede por el exarca Calíopa, que
entró por la fuerza en la Basílica de Letrán, y lo envió a Constantinopla,
donde primero quedó encerró en una dura mazmorra bajo estrecha vigilancia y
después fue desterrado al Quersoneso, lugar en el que, pasados unos dos años,
concluyeron sus tribulaciones y alcanzó la corona eterna. († 656)
Oriundo de Todi y diácono de la Iglesia romana, Martín fue
elegido Papa para suceder al Papa Teodoro, muerto el 13 de mayo del 649.
Inmediatamente demostró mucha firmeza en la conducción de la Iglesia. En
efecto, no pidió ni esperó el consentimiento para su elección por parte del
emperador Constante II que un año antes había promulgado el Tipo, un documento
en defensa de la tesis herética de los monotelitas. Para acabar con la difusión
de esta herejía, a los tres meses de su elección, el Papa Martín convocó en la
basílica lateranense un gran concilio, al que fueron invitados todos los
obispos de Occidente.
La condena de todos los escritos monotelitas, decretada en
las cinco solemnes sesiones conciliares, suscitó la furiosa reacción de la
corte bizantina. El emperador ordenó al exarca de Rávena, Olimpio, que fuera a
Roma y arrestara al Papa. Olimpio no sólo se propuso cumplir las órdenes
imperiales, sino que trató de asesinar al Papa por medio de un sicario durante
la celebración de la misa en Santa María Mayor.
En el momento de recibir la Hostia de manos del Pontífice,
el vil sicario sacó el puñal, pero en ese momento quedó repentinamente ciego.
Probablemente este hecho convenció a Olimpio de cambiar de
actitud y a reconciliarse con el santo Pontífice y a proyectar una lucha armada
contra Constantinopla. En el 653, muerto Olimpio de peste, el emperador pudo
llevar a cabo su venganza, haciendo arrestar al Papa por medio del nuevo exarca
de Rávena, Teodoro Caliopa.
Martín, acusado de haberse apoderado ilegalmente del alto
cargo pontificio y de haber tramado con Olimpio contra Constantinopla, fue
llevado por mar a la ciudad del Bósforo. El largo viaje, que duró quince meses,
fue el comienzo de un cruel martirio. Durante las numerosas escalas no se
permitió a ninguno de los fieles que salieron a saludar al Papa que se
acercaran a él. Al prisionero no se le daba ni siquiera el agua para bañarse.
El 17 de septiembre del 654 llegó a Constantinopla, fue colocado en una camilla
y expuesto durante todo un día a los insultos del pueblo, y después lo
encerraron durante tres meses en la cárcel Prandiaria. Después comenzó un largo
y extenuante proceso, durante el cual fueron tales las sedicias que le hicieron
murmurar al imputado: “Hagan de mí lo que quieran; cualquier clase de muerte
será un bien para mí”.
Degradado públicamente, desnudo y expuesto a los rigores
del frío, encadenado, fue encerrado en la celda reservada a los condenados a
muerte. El 26 de marzo del 655 lo hicieron partir secretamente para el
destierro en Crimea. Sufrió el hambre y padeció en el abandono más absoluto
durante cuatro meses más, hasta cuando la muerte le llegó, agotado en el cuerpo
pero no en la voluntad, el 16 de septiembre del 655.
Monotelismo: Es una herejía en la que se
aceptaba las dos naturalezas de Jesús, pero tan sólo una voluntad: la divina.
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