Queridos hermanos y hermanas:
Después de las solemnes celebraciones de la Pascua,
nuestro encuentro está colmado de alegría espiritual, que brota de la certeza
que Cristo, con su muerte y resurrección, ha triunfado definitivamente sobre el
pecado y la muerte. La experiencia de los once discípulos en el Cenáculo, y la
de los dos peregrinos de Emaús, nos
invita a reflexionar sobre el sentido de la Pascua.
También el Resucitado entra en nuestra casa y en nuestro
corazón, aunque en ocasiones las puertas estén cerradas. Entra ofreciendo
alegría y paz, vida y esperanza, dones que necesitamos para nuestro renacer
humano y espiritual. Dejemos que Jesús resucitado venga a nuestro encuentro. Él
vive y está siempre presente, camina con nosotros para guiar nuestra vida. A Él
lo encontramos en dos «lugares» privilegiados, profundamente unidos entre sí:
«la Palabra y la Eucaristía». Esta novedad de vida que no muere, inaugurada por
la Pascua, ha de ser anunciada para que la espina del pecado que hiere el
corazón del hombre deje su lugar a la gracia que germina: El Maestro ha
resucitado y con Él toda la vida resurge.
De los diversos saludos que Benedicto XVI dirigió a los
numerosos grupos de fieles de diversos países, hablando en su idioma a los
peregrinos procedentes de Polonia,
el Papa les deseó que este tiempo pascual sea para todos ellos la ocasión
propicia para redescubrir “con alegría y entusiasmo las fuentes de la fe”. Y
pidió que se dejen encontrar por Jesús resucitado por los caminos de su vida,
para que los ayude a volver a descubrir su sentido más profundo. A la vez que
formuló votos para que la bendición de Dios los acompañe siempre.
Al saludar y bendecir cordialmente a todos los peregrinos croatas, Su Santidad les pidió que
“mientras celebramos el triunfo de la vida sobre la muerte, reunidos como
comunidad de fieles”, sean asiduos en la oración y que con su vida sean
anunciadores de la alegría de la resurrección del Señor.
Al destacar la presencia de numerosos fieles eslovenos en esta audiencia, el Obispo
de Roma les dio la bienvenida y antes de impartirles su bendición, los exhortó
a que la Solemnidad de la Resurrección del Señor despierte en ellos certeza de
que la última palabra no corresponde al pecado y a sus consecuencias. “¡Por la
fe en Cristo –les dijo– somos salvados, por la fe en Cristo vivimos!”.
También saludó con afecto a los peregrinos eslovacos, y de modo especial a la
peregrinación a la tumba de San Cirilo, de los sacerdotes de la Diócesis de
Nitra, encabezados por su Obispo, Mons. Viliam Judák. El Papa les deseó que su
visita a Roma en la Octava de Pascua, sea para cada uno de ellos ocasión de
“auténtica renovación espiritual” y que el Señor Resucitado los acompañe con su
paz.
Por último, al dar su cordial bienvenida a todos los
peregrinos de lengua italiana, el Pontífice saludó en particular a los grupos
parroquiales presentes en la Plaza de San Pedro, a las Misioneras del Sagrado
Corazón y a los Diáconos de la Compañía de Jesús, a los cuales deseó que
prosigan en su itinerario de formación “animados por el amor a la Iglesia y por
la fidelidad al Magisterio”.
De la misma amanera, el Papa saludó a los muchachos de la
profesión de fe de Milán, a quienes llamándolos “queridos amigos” les pidió que
vivan la fe “con entusiasmo” y que se preparen espiritualmente para el próximo
Encuentro Mundial de las Familias, que se celebrará en su ciudad del próximo 30
de mayo al 3 de junio. Y manifestó su esperanza de que en “este camino les sea
de ayuda la imagen de la Sagrada Familia” que poco antes Benedicto XVI había bendecido
y pasará por sus casas.
Como es costumbre, el Santo Padre dirigió un pensamiento a
los jóvenes que participaron en esta audiencia semanal, especialmente a los
procedentes de la Diócesis de Cremona, y a todos los cuales les pidió que sean
cada vez más conscientes de que “sólo el Señor Jesús puede responder
completamente a las aspiraciones de felicidad” y a la búsqueda del bien en su
vida.
De la misma manera saludó a los queridos enfermos, y de
modo particular al grupo de la Unión Nacional Italiana para el transporte de
enfermos a Lourdes y a los Santuarios Internacionales (UNITALSI) de la ciudad
de Teano-Calvi, a quienes les recordó “que no hay consuelo mayor para sus
sufrimientos que la certeza de la Resurrección de Cristo”; mientras a los recién
casados los animó a vivir su matrimonio en concreta adhesión a Cristo y a las
enseñanzas del Evangelio.
Estos fueron los saludos del Papa en nuestro idioma, para
los numerosos grupos procedentes de América Latina y de España: Saludo
cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos
provenientes de España, Argentina, México y otros países latinoamericanos.
Deseo nuevamente a todos, una Feliz Pascua de Resurrección. Que resuene en
vuestros corazones el anuncio glorioso de la victoria de Cristo sobre la
muerte, para descubrir con alegría las fuentes de la fe y la esperanza. Muchas
gracias.
(María Fernanda Bernasconi – RV).
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