Obispo y Doctor de la Iglesia.
Martirologio Romano: En Milán, en la región de
Liguria, muerte de san Ambrosio, obispo, que el día de Sábado Santo salió al
encuentro de Cristo, vencedor de la muerte. Su memoria se celebra el siete de
diciembre, aniversario de su ordenación. (†397)
El joven prefecto de Liguria y de Emilia, Ambrosio, nació
en Tréveris hacia el año 340 de una familia romana. Todavía era catecúmeno,
cuando por aclamación del pueblo fue elegido a la sede episcopal de Milán, el 7
de diciembre del 374. En cuestión de religión cristiana tenía que aprender casi
todo, y se dedicó sobre todo al estudio de la Biblia con tanto empeño que
pronto la aprendió a fondo. Pero Ambrosio no era un intelectual puro; era sobre
todo un óptimo administrador de su comunidad cristiana. Fue un verdadero padre
espiritual de los jovencitos emperadores Graciano y Valentiniano II y del
temible Teodosio I, a quien no dudó en reprochar duramente, exigiéndole una
penitencia pública como expiación por haber hecho asesinar al pueblo de
Tesalónica para acabar con una revuelta. Ambrosio es el símbolo de la Iglesia
que renace después de los duros años del ocultamiento y de las persecuciones.
Por medio de él la Iglesia de Roma trató sin nada de servilismos con el poder
político.
Sus cualidades personales fueron las que le atrajeron la
devota atención de todos. La actividad cotidiana de Ambrosio estaba dedicada a
la dirección de su propia comunidad, y cumplía sus compromisos pastorales
predicando a su pueblo más de una homilía semanal. San Agustín, quien fue un
asiduo oyente de los sermones de San Ambrosio, nos cuenta en sus Confesiones
que el prestigio de la elocuencia del obispo de Milán era muy grande y muy
eficaz el tono de este apóstol de la amistad.
Sus libros publicados que han llegado hasta nosotros son
las rápidas transcripciones y reutilizaciones de sus discursos, poco o nada
revisados. Sus famosos Comentarios exegéticos, antes de ser reunidos en
volúmenes, habían sido predicados a la comunidad cristiana de Milán. En ellos
se nota el tono familiar del pastor que se dirige con amable sencillez a sus
fieles. En ellos se siente palpitar el corazón de un gran obispo, que logra
suscitar conmovedora emoción en sus oyentes con argumentos llenos de emotividad
y de interés. Como buen pastor le gusta enseñar cantos litúrgicos a su pueblo.
Por eso compuso un buen número de himnos, algunos son todavía familiares en la
liturgia ambrosiana. Fue él quien introdujo en occidente el canto alternado de
los salmos.
Entre sus escritos que no tienen relación directa con su
predicación, recordamos el De officiis ministrorum, porque, recalcando el
conocido texto ciceroniano y acogiendo todos sus elementos, demuestra que el
cristianismo puede asimilar sin peligro de alterar el significado de la buena
noticia esos valores morales naturales que el mundo pagano y romano en
particular supo expresar. Ambrosio murió en Milán el 4 de abril del 397.
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