Lectura del santo Evangelio según San
Marcos 6, 1-6
En
aquel tiempo fue Jesús a su tierra en compañía de sus discípulos. Cuando llegó
el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se
preguntaba asombrada:
–¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es ésa que le han enseñado? ¿Y esos milagros de sus manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? ¿Y sus hermanas no viven con nosotros aquí ? Y desconfiaban de él.
–¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es ésa que le han enseñado? ¿Y esos milagros de sus manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? ¿Y sus hermanas no viven con nosotros aquí ? Y desconfiaban de él.
Jesús
les decía:
–No
desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa.
No pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se extrañó de su falta de fe.
No pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se extrañó de su falta de fe.
Pautas para la homilía
Repetimos
que la fe en Jesús es el tema central del evangelio de hoy. Pero ¿en
qué consiste la fe en Jesús?
La
vida del viviente humano –y su anverso, la muerte– no es monolítica,
indiferenciada y uniforme, como si fuera una especie de magma o de sopa, sino
que se ramifica en grandes y diferenciados ámbitos vitales. ¿Cuántos
son esos ámbitos vitales humanos diferentes que componen la vida humana?
Muchos, pero, para entender lo que significa tener fe en Jesús, nos es
suficiente una nuestra de ocho, a los que podemos denominar respectivamente
ámbitos de vida biopsíquica, de vida del conocimiento, de vida económica,
de vida estética, de vida ética, de vida lúdica, de vida religiosa y
de vida sociopolítica.
Pues
bien, a lo largo de los siglos, la fe y la incredulidad han sido reducidas
al ámbito vital del conocimiento. "Fe es creer lo que no vimos, lo
que no conocemos directamente por nuestros sentidos". La fe en Jesús ha
sido considerada como una virtud teologal exclusivamente del conocer. Esta
reducción milenaria de la fe en Jesús a un único ámbito de la vida humana sigue
siendo un error que ha tenido consecuencias nefastas. Nuestras relaciones
con Jesús lo son con todas las vitalidades de nuestra existencia y las de la
suya. Jesús es para los cristianos el ejemplar supremo de vida
entera. Toda nuestra vida queda enlazada con Jesús en toda su
extensión y variedad. Mejor que fe, sería más acertado llamarlo proceso de
identificación de nuestra vida con la de Jesús; o lo que hoy se entiende
por "seguimiento", siempre que se conciba que este
seguimiento es en todas nuestras vitalidades.
¿Por
qué nos adherimos a Jesús en uno, en varios o en todos los ámbitos de nuestra
vida? Porque nos ha seducido algo, bastante, mucho o muchísimo; ha
salido a nuestro encuentro, nos ha atrapado algo, bastante, mucho o muchísimo y
nos mantiene en su círculo de vida ¿Cómo hubiera sido y sería nuestra vida
entera si esta adhesión a Jesús no fuera en uno, en dos o en tres ámbitos de
nuestra vida, sino en todos los ocho que hemos señalado?
Las
ocho vitalidades humanas se desarrollan por medio de la acción, del actuar.
Es un absurdo plantearse si la fe ha de ir acompañada de obras. La unión de
Jesús con los cristianos despierta conjuntos de acciones diferentes de
todos los ámbitos de nuestra vida. Estos conjuntos de acciones dependen en gran
medida de la implicación que tenga Jesús en nuestra vida y de la adhesión de la
nuestra a la suya. La implicación de Jesús en todos los ámbitos de nuestra vida
fue clara desde el principio. El ángel anunció a María que iba a concebir un
hijo a quien pondría por nombre Jesús, cuyo nombre significa el Salvador (Mt
1,21). La salvación que viene de Jesús abarca todas nuestras
vitalidades. Estuvo decididamente implicado hasta la muerte en mejorar
todos los ámbitos deteriorados de la vida humana. Los pecados son al fin y al
cabo inhumanidades, y Jesús dio muestras abundantes de dedicarse como cometido
principal de su vida a eliminar todas las clases de inhumanidades que sufren
las personas. Esta es, por supuesto, la voluntad de nuestro Padre Dios.
Alrededor de sus treinta años, Jesús estaba poseído de lleno por la infinita
sensibilidad para la salvación de las inhumanidades. La mayor de todas las
inhumanidades es la muerte, que cierra por completo todas nuestras
vitalidades. Jesús nos libró de ella haciéndonos partícipes de su
resurrección de entre los muertos.
Hoy
Jesús ya no está en nuestro mundo. ¿Quién es el que lo representa ahora? “En
verdad os digo que cuanto hicisteis a uno de estos hermanos más
pequeños, a mí me lo hicisteis. En verdad os digo que cuanto dejasteis de hacer
con uno de estos más pequeños, también conmigo dejasteis de hacerlo” (Mt
25,31–46). "¿Quién es mi prójimo?". Jesús responde con la famosa
parábola del buen samaritano. Nada ni nadie pudo acercarse más a este
hombre herido y robado que la propia compasión del samaritano (Lc 10,25–28;
10,29–37). Jesús estuvo siempre ocupado en procurar la salvación de una
multitud de enfermos, ciegos, cojos, viudas, niños y paralíticos. Los judíos
fariseos, los piadosos, no se dieron cuenta de los nuevos horizontes
vitales que les había abierto Jesús, sobre todo en la curación de las
inhumanidades. El gran Maestro asume y enseña la profundidad y variedad
del dolor humano y el empeño en ir solucionándolo.
Una
última consideración sobre nuestra fe en Jesús. ¿Cuántas de las vitalidades de
nuestra persona están comprometidas con Jesús, con los más deshumanizados de
nuestra sociedad? ¿Pocas, bastantes, muchas o todas? El mensaje de vida,
de actuación y de palabra de nuestros obispos ¿resulta incómodo y es rechazado
por los poderes económicos y gubernamentales de nuestra sociedad española, como
le sucedió a Jesús en su pueblo, o mira para otra parte ante tantas humanidades
y sufrimientos como los grupos privilegiados de nuestra sociedad están causando
cada día más en una gran cantidad de personas, y por eso no es incómodo? La fe
en Jesús no es creer lo que no vimos, sino un compromiso de todas nuestras vitalidades
con su causa de aliviar las inhumanidades de todas las variadas vitalidades de
las personas. Y eso no resulta cómodo para los poderosos.
Baldomero López
Carrera
Laico Dominico
Laico Dominico
https://www.dominicos.org/predicacion/homilia/8-7-2018/pautas/
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