martes, 3 de julio de 2018

Evangelio del día, 03-07-2018 (Decimotercera Semana del Tiempo Ordinario, Año Par)


Lectura del santo evangelio según Jn 20, 24-29
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: "Hemos visto al Señor." Pero él les contestó: "Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo." A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: "Paz a vosotros." Luego dijo a Tomás: "Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente." Contestó Tomás: "¡Señor mío y Dios mío!" Jesús le dijo: "¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto."

Reflexión del Evangelio de hoy
Formar un templo consagrado al Señor
La fiesta de Santo Tomás apóstol nos presenta a un personaje espontáneo y generoso según lo describe san Juan (11,16). Es el prototipo de la incredulidad o del hombre realista que accede a la fe. Debía de meter el dedo en las heridas de Jesús para creer: Si no lo veo, no lo creo. Necesita palpar con realismo el anuncio del resucitado.
Pero la fe no es tangible. No se puede palpar. La fe según la carta a los Efesios nos conduce a ser conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios. La fe nos hermana en el camino de la vida centrada en el Cristo resucitado, que es la piedra angular de un edificio que queda ensamblado hasta formar un templo consagrado al Señor.
Con la fe nos vamos integrando en esa familia de Dios para ser morada de Dios. Un lugar consagrado donde habita Dios. La ausencia de fe es negarse a ser morada de Dios. Es mostrarse en rebeldía. Y la rebeldía se da fundamentalmente en la edad juvenil, cuando necesitamos de alguna manera romper con la educación recibida, con los tradicionalismos para reafirmar nuestra personalidad lejos de lo que no quiero ser para los otros.
Pero ser uno mismo no está reñido con la fe en Dios. Dios te quiere consciente de ti mismo para convertirte en su morada. Con el tiempo la rebeldía desaparece y queda lo que uno ha escogido libremente y la vida que ha amado. Toda una trayectoria nada despreciable para la fe. El habitar de Dios en su morada está esa libertad y ese amor dedicado, porque Dios habita desde el amor y establece su morada contando con tu libertad. Dios no quiere a nadie presos de sí mismos.
Dichosos los que creen sin haber visto
Cuando elegimos a nuestras amistades lo hacemos pidiendo a los demás pruebas de nuestra lealtad, pruebas de nuestra empatía, pruebas de nuestra experiencia humana para apostar por esas amistades. Sin embargo, nadie puede dar pruebas observables y tangibles de cuanto ha amado. Sólo el que quiera comprenderlo, y el que contempla la vida desde la gratuidad, podrá apostar por el acontecimiento de la amistad.
Los discípulos le comparten a Tomás la experiencia de haber visto al Resucitado, pero Tomás no cree, no acepta lo que se le comparte, quiere pruebas para poder creer por sí solo. Pero uno no puede creer desde sus propias fuerzas. Necesita del anuncio compartido para poder acceder a la fe. Somos un edificio ensamblado. Creemos formando un solo pueblo. Tampoco podemos caer en la tentación que ser un solo pueblo niegue la diversidad de carismas.
A veces exigimos a los demás lo que no podemos dar. ¿Cómo podrá contar y anunciar la experiencia del resucitado cuando se le presenta en medio de la comunidad cuando él está presente? No todos podremos tener la misma experiencia que Tomás, cuando el resucitado se le presenta en la comunidad de discípulos y le dicen trae tu mano y métela en mi costado. Eso es una experiencia singular. Sólo la ha tenido Tomás. Pero pretender como Tomás una experiencia singular de la fe conduce al egoísmo. De ahí que Jesús le diga: Dichoso los que creen sin haber visto. Dios no está hecho para nuestra medida.

Fr. Alexis González de León O.P.
Convento de San Pablo y San Gregorio (Valladolid)
https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/3-7-2018/

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