Lectura del santo evangelio según san Mateo
13,24-30
En
aquel tiempo, Jesús propuso otra parábola a la gente: «El reino de los cielos
se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero, mientras la
gente dormía, su enemigo fue y sembró cizaña en medio del trigo y se marchó.
Cuando empezaba a verdear y se formaba la espiga apareció también la cizaña.
Entonces fueron los criados a decirle al amo: "Señor, ¿no sembraste buena
semilla en tu campo? ¿De dónde sale la cizaña?" Él les dijo: "Un
enemigo lo ha hecho." Los criados le preguntaron: "¿Quieres que
vayamos a arrancarla?" Pero él les respondió:
"No, que, al arrancar
la cizaña, podríais arrancar también el trigo. Dejadlos crecer juntos hasta la
siega y, cuando llegue la siega, diré a los segadores: 'Arrancad primero la
cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo almacenadlo en mi
granero.'»
Reflexión del Evangelio de hoy
¡Está
muy claro!
El
mensaje de esta primera lectura está meridianamente claro, denuncia la
hipocresía. Nos exhorta a no usar la religión como tapadera de la maldad puesto
que esta es la manipulación más aberrante que podemos hacer de lo sagrado, es
la doblez de corazón más grande que podemos encontrarnos.
Lo
que más molestaba a Jesús de los jerarcas de su tiempo era precisamente la
hipocresía, cómo utilizaban lo religioso para encubrir sus mentiras y su afán
de poder.
El
segundo mensaje está descrito en la actitud del profeta Jeremías que, a pesar
del mensaje tan comprometido que tiene que anunciar, no tiene miedo de las
consecuencias que éste le pueda acarrear. Y como podemos leer capítulos más
adelante, este mensaje le costó la condena a muerte, aunque finalmente no se
ejecutó.
Esto
nos enseña hoy a nosotros a vivir nuestro cristianismo desde el profetismo que
implica la consagración bautismal y no ser cómplices de la hipocresía en que
vive la sociedad actual. Como dice la traducción de la Biblia de Jerusalén:
“¡Para mí está muy claro!”. ¿Y para nosotros?
Del
celo amargo, líbranos
Hay un himno en la liturgia de las horas que dice:
“Tu
fuego extinga todo mal,
Concédenos
fuerza y salud.
Del
celo amargo, líbranos,
Infúndenos
profunda paz”.
El
celo amargo, es ese que mueve a los siervos y les hace preguntar: “¿De dónde
sale la cizaña? ¿Quieres que vayamos y la arranquemos?”. Estos siervos no
han comprendido todavía que Jesucristo ha traído el sentido a nuestras vidas,
pero no ha eliminado todos los puntos oscuros de la existencia humana, puntos
oscuros que están en el interior de cada hombre. Sólo los ilumina por medio de
la esperanza.
El
celo amargo está muy lejos de la paciencia y la longanimidad. Y la pedagogía de
Dios es otra, es “dejarlos crecer juntos hasta la siega”. El Señor espera para
apiadarse, aguarda para compadecerse, porque así, hasta el gorrión puede
encontrar una casa y la golondrina un nido. Si no fuera por la paciencia de
Dios, ¿dónde estaríamos todos?
¿Cómo
podemos acoger esta esperanza que nos hace entender que en la vida humana hay
trigo y cizaña? Adentrándonos en el camino de la oración, que es la que nos
hace conocer el propio corazón, recorrer todos sus vericuetos y dejar que Dios
llegue a todos sus rincones ocultos. Pero debemos huir de esa oración entendida
como magia, según dice ese famoso cuento: en no sé qué sitio, había no sé qué
santo, que si le rezabas no sé qué, te daba no sé qué cuánto.
El 9
de Abril de 1944 moría en el campo de concentración de Flossenburg, el pastor
luterano Dietrich Bonhoeffer. La víspera había enviado a un amigo suyo, obispo
anglicano de Chicester llamado George Bell, un mensaje: “la victoria es
segura”. Pero debemos saber esperar para poder escuchar al final: “vosotros
sois los que habéis perseverado conmigo en mis pruebas”.
Monjas Dominicas
Contemplativas
Monasterio Santa María de Gracia-Casa Federal, Córdoba
Monasterio Santa María de Gracia-Casa Federal, Córdoba
https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/28-7-2018/
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