Lectura del santo evangelio según san Juan
15, 1-8
En
aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
- Yo
soy la verdadera vida, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento mío que no
da fruto lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto.
Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en
mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no
permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la
vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto
abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo
tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego lo recogen y los echan al
fuego y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros,
pedid los que deseáis, y se realizará. Con esto recibe gloria mi Padre, con que
deis fruto abundante; así seréis discípulos míos.
Reflexión del Evangelio de hoy
Les
sugiero que comiencen por ampliar la lectura del texto que la liturgia nos
presenta hoy, lean todo el pasaje, así podrán descubrir qué diferencia
presenta, y quizás vivenciar del porqué la opción de estos solo dos versículos.
Ahora,
vivo creyendo en el Hijo de Dios
En
qué pocas palabras Pablo sintetiza lo central del mensaje cristiano y su propia
opción de vida. Permitir a la gracia que vaya haciendo espacio en él, en
mí, en ti. La salvación para el ser humano viene solo de Dios y pasa a través
de la adhesión que la persona hace a Jesucristo y su mensaje. “estoy
crucificado con Cristo…vivo creyendo en el Hijo de Dios” afirma el
apóstol. Pero, ¿cómo hacer realidad esto? Todos sabemos que por el bautismo
fuimos incorporados a Cristo y sin embargo ¡cuántas deserciones o rupturas de
la gracia, que mi yo realiza en el transcurso de la vida! ¡Quién no
se ha topado con este actuar!
A
pesar de esta constatación, nuestro anhelo de llegar a ser “otro Cristo”
como decía San Alberto Hurtado va avivándose más cada día. No porque estemos
seguros de nuestra fuerza “porque cuando soy débil decía Pablo, entonces
es cuando soy fuerte” (2ªCor 12,10,) que es lo mismo que confirmarnos una y
otra vez después de nuestras caídas cuando nos hacemos conscientes de nuestra
pequeñez, de su gran misericordia y que de nuevo nos llama: te necesito y te
basta mi gracia.
Imitar
a Cristo! ¿Cómo se hace? No se trata, ni se trabaja como vemos que lo hacen
los grandes imitadores en las plazas, en el teatro, en la televisión. Algunos
consiguen ser una buena copia de sus modelos. El ser cristiano no es eso. No en
hacer lo que Él hizo, sino lo que haría y cómo lo haría si estuviese en mi
lugar y en mi época. No se trata de trasplantarnos a una cultura muerta y
pasada, tampoco es una reconstrucción histórica de su vida, ya hemos sido
salvados, no más salvadores.
Lo
que nuestro mundo necesita y nosotros podemos hacer es dejar que la
gracia que viene de Cristo se apoderé de mi, la deje actuar en mí y me
comprometa, nos comprometamos en la construcción de su Reino. Es como nos
dirá el evangelio de hoy, dejar fluir la savia del tronco de la vid=Cristo por
todos los sarmientos, así produciremos unos mejores frutos. Les invito a decir
y orar con el poema de Sª Teresa de Ávila:
Vivo
sin vivir en mí…, Vivo ya fuera de mí, después que muero de amor;
porque vivo en el Señor, que me quiso para sí: …
“…sin
mí no pueden hacer nada”
Hoy
en el evangelio, Juan nos presenta y anima a crecer y permanecer en la fe
en Jesucristo, tomando una imagen agrícola: vid-sarmientos-viñador.
Nuestra fe solo nos puede sostener si se sustenta en el Cristo Resucitado. El
sarmiento no da fruto separado de la vid, no sirve que la rama esté próxima al
tronco, se necesita la unión y con palabras de la 1ª lectura, Pablo no dice: “ya
yo no, es Cristo quien vive en mí”
Para
dar fruto debemos conocer a fondo la vida de Jesús, hacer opciones de
vida que nos lleven a vivir lo más parecido a como Él vivió, (no la
imitación, Él es Dios, nosotros criaturas amadas y finitas), dejarnos iluminar
por el Espíritu que será quién nos enseñare y nos de fuerzas, energía
para vivir en el camino que se nos ofrece, y lleguemos a ser sus testigos.
Las
palabras que Jesús nos dirige son palabras consoladoras, de ánimo.
Gratuitamente hemos recibido el don de la vida, por eso se compromete a que
nunca estaremos solos porque el Padre nos quiere, nos cuida y protege. Eso hace
el buen viñador con su viña (Sal 80; Is 5, 2ss)
¿Cómo
estoy de cerca o de lejos de Jesús? Contemplen si pueden una vid y todos
sus sarmientos… ¿Soy un sarmiento que da fruto o soy el sarmiento que crece,
sobresale con solo hojas vistosas?
Para
los que están de vacaciones: descansen, repongan fuerzas…, y para todos que la
bendición de Dios nos proteja.
Hna. Virgilia León
Garrido O.P.
Congregación Romana de Santo Domingo
Congregación Romana de Santo Domingo
https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/23-7-2018/
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