lunes, 29 de diciembre de 2014

Jesucristo, "misterio de redención"

Hoy el Evangelio nos muestra a María en el acto de ofrecer incondicionalmente a su Hijo en el Templo. Allí comparece Simeón como portador de una antigua esperanza, y el Espíritu del Señor habla a su corazón. Por eso puede contemplar a Aquel a quien muchos profetas y reyes habían deseado ver: Cristo, luz que alumbra a las naciones.

Simeón reconoce en aquel Niño al Salvador, pero intuye —gracias al Espíritu— que en torno a Él girará el destino de la humanidad, y que deberá sufrir mucho a causa de los que lo rechazarán; proclama su identidad y misión como Mesías con las palabras que forman uno de los himnos de la Iglesia naciente: el "Nunc dimittis" ("Ahora, Señor, puedes despedir en paz a tu siervo"). Habiendo "tocado" la salvación, el entusiasmo es tan grande, que para Simeón vivir y morir son lo mismo.

—La primera persona que se asocia a Cristo en el camino de la fe probada y del dolor compartido es su madre, Santa María.

Comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano).

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