Hoy, este panorama de curaciones (¡signo de salvación!) que leemos en el Evangelio, interpela la controversia sobre el mesianismo de Jesús: ¿ha redimido
verdaderamente a Israel? La misión, tal como Él la ha vivido, seguramente no se
corresponde con la expectativa de la salvación mesiánica inmediata que tenían
los hombres, que se sentían oprimidos no tanto por sus pecados, sino por la
miseria de su existencia.
San José recibió la orden de dar un nombre al niño; el
mismo nombre que el ángel había indicado también a María: "Jesús",
que significa "Dios es salvación". El ángel que habló en sueños a
José aclara en qué consiste esta salvación: "Él salvará a su pueblo de los
pecados".
—Si el hombre trastoca su primera y fundamental relación
—la que tiene con Dios— entonces ya no queda nada más que pueda estar
verdaderamente en orden. Jesús quiere señalar al hombre el núcleo de su mal y
hacerle comprender: si no eres curado en "esto", no obstante todas
las cosas buenas que puedas encontrar, no estarás verdaderamente curado.
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