Hoy, según la ley mosaica, María y José llevan al niño
Jesús al Templo de Jerusalén para ofrecerlo al Señor. Simeón y Ana, inspirados
por Dios, reconocen en aquel Niño al Mesías tan esperado y profetizan sobre él.
Ana es "profetisa", mujer sabia y piadosa, que
interpreta el sentido profundo de los acontecimientos históricos y del mensaje
de Dios encerrado en ellos. Por eso puede alabar a Dios y hablar del Niño a
todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén. Su larga viudez, dedicada
al culto en el Templo, su fidelidad a los ayunos semanales y su participación
en la espera de todos los que anhelaban el rescate de Israel concluyen en el
encuentro con el niño Jesús.
—Al llevar a su Hijo a Jerusalén, la Virgen Madre lo
ofrece a Dios como verdadero Cordero que quita el pecado del mundo; lo pone en
manos de Simeón y Ana como anuncio de redención; lo presenta a todos como luz
para avanzar por el camino seguro de la verdad y del amor.
Comentario: REDACCIÓN evangeli.net
(elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano).
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