Hoy, iniciando el nuevo ciclo anual, la Iglesia —como Juan
el Bautista— renueva su anuncio a todos los pueblos y lo resume en dos
palabras: "Dios viene". No usa el pasado (Dios ha venido) ni el
futuro (Dios vendrá), sino el presente: "Dios viene". Se trata de un
presente continuo, es decir, de una acción que se realiza siempre: está
ocurriendo, ocurre ahora y ocurrirá también en el futuro. En todo momento
"Dios viene".
Uno de los rasgos esenciales y característicos de Dios es
que es el "Dios-que-viene". El único verdadero Dios, "el Dios de
Abraham, de Isaac y de Jacob" no es un Dios que está en el cielo,
desinteresándose de nosotros y de nuestra historia, sino que es el
"Dios-que-viene". Es un Padre que nunca deja de pensar en nosotros.
Respetando totalmente nuestra libertad, desea encontrarse con nosotros y
visitarnos: es también el "Dios-con-nosotros".
—Jesús viene porque desea liberarnos del mal y de la
muerte, de todo lo que impide nuestra verdadera felicidad: Dios viene a
salvarme.
Comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de
textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano).
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