Señor, hoy quiero darte gracias
por el regalo de la vida;
Gracias por el don de mi vocación
y servicio a tu Iglesia;
Gracias porque has trazado mi
camino y me has conducido con amor de Padre;
Gracias porque me has tomado de la
mano,
aunque no siempre haya percibido
tu presencia a mi lado.
Señor, enséñame a vivir
intensamente este mi tiempo que es don tuyo;
que tu amor esté en mis palabras y
actitudes;
que con mi vida pueda proclamar
ante el mundo:
¡Soy feliz porque Tú me amas Señor!
Señor, te doy gracias por tantas
personas que van pasando por mi vida,
por aquellas que me acompañaron en
mis tristezas,
que me animan y acompañan en las
dificultades,
que me estimularon en los éxitos y
me ayudaron a ser mejor.
Señor, gracias por las sombras y
luces,
que me permiten reconocer tu
presencia
y me ayudan a vivir cada día mi
vocación de servicio,
siendo manso y humilde de corazón,
a semejanza tuya.
Hoy y cada día, Señor, quiero
revivir en mí,
la gracia trasmitida por la
imposición de las manos.
Amén.
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