21-06-2014 Radio Vaticana
(RV).- (actualizado con audio y texto) Los que en su vida tiene el camino del mal, como son
los mafiosos, no están en comunión con Dios, ¡están excomulgados!", son
palabras del Papa en la misa en Sibari durante su visita pastoral a Calabria,
región del sur de Italia. La Jornada del Papa en Calabria que había empezado
por la mañana en Castrovillari, para pasar luego a Cassano Allo Jonico, terminó
en Sibari, a la orilla del mar Adriático, donde el Santo Padre celebró la Santa
Misa ante más de 150 mil personas. Su homilía, Francisco la dedicó a la realidad que vive el pueblo italiano con la mafia y a la Fiesta del Corpus
Domini.
"Cuando la adoración del Señor se sustituye por el
culto al dinero, aseguró el Santo Padre, que abre el camino del pecado, el
interés propio y la opresión; cuando no se adora a Dios, al Señor, nos
convertimos en adoradores del mal, como lo son los que viven en la
deshonestidad y la violencia. Vuestra tierra, tan hermosa, ¡conoce los signos y
las consecuencias de este pecado! ¡La Ndrangheta es esto! Adoración del mal y
el desprecio por el bien común. Este mal tiene que ser combatido, se tiene que
alejar, ¡Hay que decir que no!"
(MZ-RV)
Palabras del Santo
Padre:
En la Fiesta del Corpus Domini celebramos a Jesús “pan
vivo bajado del cielo” (Jn.6,51) alimento para nuestra hambre de vida eterna,
fuerza para nuestro camino. Agradezco al Señor que hoy me dona celebrar el
Corpus Domini con ustedes, hermanos y hermanas de esta Iglesia que está en
Cassano Allo Jonio. La fiesta de hoy es la fiesta en la cual la Iglesia alaba
al Señor por el don de la Eucaristía. Mientras el Jueves Santo recordamos su
institución en la Última Cena, hoy predomina la acción de gracias y la
adoración. Y de hecho, es tradicional en este día la procesión con el Santísimo
Sacramento. Adorar a Jesús Eucaristía y caminar con Él. Estos son los dos
aspectos inseparables de la fiesta de hoy, dos aspectos que dan huella a toda
la vida del pueblo cristiano: un pueblo que adora a Dios y un pueblo que
camina, que no está detenido, camina.
Ante todo nosotros somos un pueblo que adora a Dios.
Nosotros adoramos a Dios que es amor, que en Jesucristo se ha dado a sí mismo
por nosotros, se ha ofrecido en la cruz para expiar nuestros pecados, y por el
poder de este amor resucitó de la muerte y vive en su Iglesia. ¡Nosotros no tenemos
otro Dios fuera de Él!
Cuando la adoración del señor se sustituye por la
adoración del dinero, se abre camino al pecado, a los intereses personales y al
abuso. Cuando no se adora a Dios, el Señor, se convierten en adoradores del mal
como lo son aquellos que viven de deshonestidad y de violencia.
Su tierra, tan bella, conoce las marcas de este pecado.
¡L’Ndrangheta es esto: Adoración del mal y desprecio del bien común! Este mal
debe ser combatido, debe ser alejado y ¡es necesario decirle que no! La Iglesia
que sé que está tan comprometida con la educación de las conciencias, debe
siempre dedicarse más para que el bien pueda prevalecer. Nos lo piden nuestros
chicos, nos lo piden nuestros jóvenes necesitados de esperanza. Para poder
responder a estas exigencias la fe nos puede ayudar. ¡Aquellos que en su vida
tiene este camino del mal, como lo son los mafiosos, no están en comunión con
Dios: están excomulgados!
Hoy lo confesamos con la mirada dirigida al Corpus Domini,
al Sacramento del altar. Y por esta fe, nosotros renunciamos a Satanás y a
todas sus seducciones; renunciamos a los ídolos del dinero, de la vanidad, del
orgullo, del poder, de la violencia.
Nosotros cristianos no queremos adorar a nada ni a nadie
en este mundo sino a Jesucristo, que está presente en la santa Eucaristía. Tal
vez, no siempre nos damos realmente cuenta de lo que esto significa, qué
consecuencias tiene o debería tener nuestra profesión de fe.
Esta fe nuestra en la presencia real de Jesucristo,
verdadero Dios y verdadero Hombre, en el pan y en el vino consagrados, es
auténtica si nosotros nos comprometemos a caminar detrás de Él y con Él. Adorar
y caminar. ¡Un pueblo que adora es un pueblo que camina! Caminar con Él y
detrás de Él tratando de poner en práctica Su mandamiento, aquél que dio a sus
discípulos justamente en la Última Cena: “Así como yo los he amado, ámense
también ustedes los unos a los otros”. (Jn.13,34). El pueblo que adora a Dios
en la Eucaristía es el pueblo que camina en la caridad. Adorar a Dios en la
Eucaristía, caminar con Dios en la caridad fraterna.
Hoy, como Obispo de Roma, estoy aquí para confirmarlos no
sólo en la fe, sino también en la caridad, para acompañarlos y animarlos en su
camino con Jesús Caridad. Quiero expresar mi apoyo al Obispo, a los presbíteros
y a los diáconos de esta Iglesia, y también de la Eparquía de Lungro, rica en
su tradición greco-bizantina. ¡Pero lo extiendo a todos! ¡A todos los Pastores
y fieles de la Iglesia en Calabria, comprometida valientemente en la
evangelización y en el favorecer estilos de vida e iniciativas que pongan al
centro las necesidades de los pobres y de los últimos. Y lo extiendo también a
las Autoridades civiles que buscan vivir el compromiso político y
administrativo por lo que es: un servicio al bien común.
Les animo a todos ustedes a testimoniar la solidaridad
concreta con los hermanos, especialmente con los que tienen más necesidad de
justicia, de esperanza, de ternura. La ternura de Jesús, la ternura
Eucarística: aquel amor tan delicado, tan fraterno, tan puro. Gracias a Dios
hay tantos signos de esperanza en sus familias, en las parroquias, en las
asociaciones, en los movimientos eclesiales. ¡El Señor Jesús no deja de
suscitar gestos de caridad en su Pueblo en camino!
Una señal concreta de esperanza es el Proyecto Policoro,
para los jóvenes que quieren ponerse en juego y crear posibilidades de trabajo
para ellos y para los demás. Ustedes, queridos jóvenes, ¡no se dejen robar la
esperanza! Lo he dicho tantas veces y lo digo una vez más: ¡No se dejen robar
la esperanza! Adorando a Jesús en sus corazones y permaneciendo unidos a Él,
sabrán oponerse al mal, a las injusticias, a la violencia con la fuerza del
bien, de lo verdadero y de lo bello. Queridos hermanos y hermanas, la Eucaristía
nos ha reunido. El Cuerpo del Señor hace de nosotros una sola cosa, una sola
familia, el Pueblo de Dios reunido entorno a Jesús, Pan de Vida. Lo que dije a
los jóvenes lo digo a todos: si adoraran a Cristo y caminaran detrás de Él y
con Él, su Iglesia diocesana y sus parroquias crecerán en la fe y en la
caridad, en la alegría de evangelizar. Serán una Iglesia en la cual padres,
madres, sacerdotes, religiosos, catequistas, niños, ancianos, jóvenes, caminan
unos al lado de los otros, se apoyan, se ayudan, se aman como hermanos,
especialmente en los momentos de dificultad.
María, nuestra Madre, Mujer Eucarística, que ustedes
veneran en tantos Santuarios, especialmente en aquel de Castrovillari, los
precede en este peregrinaje de la fe. Que Ella los ayude, los ayude siempre a
permanecer unidos para que, también a través de su testimonio, el Señor pueda
continuar a dar la vida al mundo. Así sea.
(Traducción Griselda Mutual-RV)
No hay comentarios:
Publicar un comentario