Hoy contemplamos un hito en el camino de Jesucristo: la
confesión de Pedro. Jesús pregunta a los discípulos qué dice la gente de Él y
qué piensan ellos mismos. Las opiniones de la gente constituyen aproximaciones
—desde el pasado— al misterio de Jesucristo y tienen algo en común: sitúan a
Jesús en la categoría de los profetas (Elías, Jeremías, Bautista…). Pero no
alcanzan a su naturaleza divina.
Pedro contesta en nombre de los Doce con una declaración
que se aleja claramente de la opinión de la "gente": "Tú eres el
Cristo" (o, también, según pasajes paralelos, el "Ungido",
"Hijo de Dios"). Inmediatamente después, Jesús anuncia su pasión y
resurrección, y añade una enseñanza sobre el camino de los discípulos:
consistirá en seguir al "Crucificado" en un "perderse a sí
mismos".
—En su confesión, Pedro utilizó "palabras de
promesa" de la Antigua Alianza: fue una confesión "como a
tientas". Aquella confesión adquirió su forma completa cuando Tomás tocó
las heridas del Resucitado y exclamó conmovido: "¡Señor mío y Dios
mío!".
Comentario: REDACCIÓN evangeli.net
(elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano).
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