Papa Francisco administrando el sacramento de la Penitencia |
Hoy, inesperadamente, entra un "invitado" no
previsto: una conocida pecadora pública. Es comprensible el malestar de los
presentes, que a la mujer no parece preocuparle. Ella avanza y, se detiene a
los pies de Jesús. Había escuchado sus palabras de perdón y de esperanza para
todos, incluso para las prostitutas. Con sus lágrimas moja los pies de Jesús,
se los enjuga con sus cabellos, los besa y los unge con un agradable perfume.
Al actuar así, la pecadora quiere expresar el afecto y la gratitud que alberga
hacia el Señor con gestos familiares para ella, aunque la sociedad los censure.
Es necesario ayudar a quienes se confiesan a experimentar
la ternura divina para con los pecadores arrepentidos, que tantos episodios
evangélicos muestran con tonos de intensa conmoción. En el sacramento de la
Reconciliación, cualquiera que sea el pecado cometido, si lo reconocemos
humildemente y acudimos con confianza al sacerdote confesor, siempre
experimentamos la alegría pacificadora del perdón de Dios.
—A quien ama mucho, Dios le perdona todo.
Comentario: REDACCIÓN evangeli.net
(elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano).
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