En el término de su visita a Cuba, el Papa Francisco se
encontró con las familias de la isla en la Catedral Nuestra Señora de la Asunción de Santiago, donde dio las gracias en su nombre a todos los cubanos
por el calor con que lo habían tratado en estos días. “El calor que brota de
gente que sabe recibir, que sabe acoger, que sabe hacer sentir en casa”, dijo.
En su discurso, el Papa Francisco recordó que en su época
de Arzobispo, en Argentina, muchas familias le comentaron que el único momento
que tenían para estar juntos era normalmente en la cena, a la noche cuando se
volvía de trabajar, donde los más chicos terminaban la tarea de la escuela.
“Era un momento especial de vida familiar. Se comentaba el día, lo que cada uno
había hecho. Jesús elige estos momentos para entrar en nuestras casas y
ayudarnos a descubrir el Espíritu vivo y actuando en nuestras casas y en
nuestras cosas cotidianas. Es en casa donde aprendemos la fraternidad, donde
aprendemos la solidaridad, (…) donde aprendemos a recibir y a agradecer la vida
como una bendición y que cada uno necesita a los demás para salir adelante. Por
eso la comunidad cristiana llama a las familias con el nombre de iglesias
domésticas”, dijo.
Por ello, el Santo Padre reafirmó que sin familia, sin el
calor del hogar, “la vida se vuelve vacía, comienzan a faltar las redes que nos
sostienen en la adversidad, las redes que nos alimentan en la cotidianidad y
motivan la lucha para la prosperidad”. “La familia nos salva de dos fenómenos
actuales: la fragmentación, y la masificación. En ambos casos, las personas se
transforman en individuos aislados fáciles de manipular, y de gobernar. Y
entonces encontramos en el mundo sociedades divididas, rotas, separadas o
altamente masificadas... Y se olvidan esas relaciones que son el fundamento”,
señaló el Pontífice.
Reiteró que la familia es “escuela de humanidad, escuela
que enseña a poner el corazón en las necesidades de los otros, a estar atento a
la vida de los demás”. “A pesar de tantas dificultades como las que aquejan hoy
a nuestras familias en el mundo, no nos olvidemos de algo: las familias no son
un problema, son principalmente una oportunidad. Una oportunidad que tenemos
que cuidar, proteger, y acompañar”.
“Se discute mucho hoy sobre el futuro, sobre qué mundo
queremos dejarle a nuestros hijos, qué sociedad queremos para ellos. Creo que
una de las posibles respuestas es: Dejemos un mundo con familias. Es la mejor
herencia. Es cierto que no existe la familia perfecta pero eso no impide que no
sean la respuesta para el mañana. Dios nos estimula al amor y el amor siempre
se compromete con las personas que ama. Por eso, cuidemos a nuestras familias,
verdaderas escuelas del mañana, verdaderos espacios de libertad, verdaderos
centros de humanidad”.
El Papa culminó su discurso, pidiendo a los presentes que
recen por el Encuentro Mundial de las Familias en Filadelfia y por el Sínodo sobre la Familia que comienza los primeros días de octubre. Después,
acompañado por el Arzobispo de Santiago, Monseñor
Dionisio Guillermo García Ibáñez, recorrió la nave central del templo para
saludar a los fieles y por último se asomó a la terraza que da al Parque
Céspedes desde donde se despidió de Cuba e impartió su bendición.
No hay comentarios:
Publicar un comentario