sábado, 26 de septiembre de 2015

“Las familias no son un problema, son principalmente una oportunidad” [Papa Francisco]


En el término de su visita a Cuba, el Papa Francisco se encontró con las familias de la isla en la Catedral Nuestra Señora de la Asunción de Santiago, donde dio las gracias en su nombre a todos los cubanos por el calor con que lo habían tratado en estos días. “El calor que brota de gente que sabe recibir, que sabe acoger, que sabe hacer sentir en casa”, dijo.

En su discurso, el Papa Francisco recordó que en su época de Arzobispo, en Argentina, muchas familias le comentaron que el único momento que tenían para estar juntos era normalmente en la cena, a la noche cuando se volvía de trabajar, donde los más chicos terminaban la tarea de la escuela. “Era un momento especial de vida familiar. Se comentaba el día, lo que cada uno había hecho. Jesús elige estos momentos para entrar en nuestras casas y ayudarnos a descubrir el Espíritu vivo y actuando en nuestras casas y en nuestras cosas cotidianas. Es en casa donde aprendemos la fraternidad, donde aprendemos la solidaridad, (…) donde aprendemos a recibir y a agradecer la vida como una bendición y que cada uno necesita a los demás para salir adelante. Por eso la comunidad cristiana llama a las familias con el nombre de iglesias domésticas”, dijo.


Por ello, el Santo Padre reafirmó que sin familia, sin el calor del hogar, “la vida se vuelve vacía, comienzan a faltar las redes que nos sostienen en la adversidad, las redes que nos alimentan en la cotidianidad y motivan la lucha para la prosperidad”. “La familia nos salva de dos fenómenos actuales: la fragmentación, y la masificación. En ambos casos, las personas se transforman en individuos aislados fáciles de manipular, y de gobernar. Y entonces encontramos en el mundo sociedades divididas, rotas, separadas o altamente masificadas... Y se olvidan esas relaciones que son el fundamento”, señaló el Pontífice.

Reiteró que la familia es “escuela de humanidad, escuela que enseña a poner el corazón en las necesidades de los otros, a estar atento a la vida de los demás”. “A pesar de tantas dificultades como las que aquejan hoy a nuestras familias en el mundo, no nos olvidemos de algo: las familias no son un problema, son principalmente una oportunidad. Una oportunidad que tenemos que cuidar, proteger, y acompañar”.

“Se discute mucho hoy sobre el futuro, sobre qué mundo queremos dejarle a nuestros hijos, qué sociedad queremos para ellos. Creo que una de las posibles respuestas es: Dejemos un mundo con familias. Es la mejor herencia. Es cierto que no existe la familia perfecta pero eso no impide que no sean la respuesta para el mañana. Dios nos estimula al amor y el amor siempre se compromete con las personas que ama. Por eso, cuidemos a nuestras familias, verdaderas escuelas del mañana, verdaderos espacios de libertad, verdaderos centros de humanidad”.

El Papa culminó su discurso, pidiendo a los presentes que recen por el Encuentro Mundial de las Familias en Filadelfia y por el Sínodo sobre la Familia que comienza los primeros días de octubre. Después, acompañado por el Arzobispo de Santiago, Monseñor Dionisio Guillermo García Ibáñez, recorrió la nave central del templo para saludar a los fieles y por último se asomó a la terraza que da al Parque Céspedes desde donde se despidió de Cuba e impartió su bendición.

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