Hoy nos estremece la idea de la existencia del mal y la
constatación de seres (hombres, espíritus) capaces de actuar con desgarradora
perversidad. Nuestros tiempos son testigos de ello. Entonces, si Dios es el
Bien Infinito, ¿puede Él haber creado el mal? Si no lo ha creado, ¿de dónde
procede?
El cristianismo responde que el mal es consecuencia del
abuso de la libertad. El mal no es una criatura nueva, algo que exista en sí
mismo, sino que es —por naturaleza— "ausencia de bien", una corrosión
de la criatura. No es un ser (un "alguien"), sino una negación. El
mal es algo parecido a una planta parásita: vive de lo que arrebata a otros y,
al final, se mata a sí mismo igual que lo hace una planta parásita cuando se
apodera del hospedante y lo mata.
—Jesús, desde la Santa Cruz transformas el mal en bien.
Has desposeído al diablo de esa "arma" y con ella conquistamos la
eternidad…
Comentario: REDACCIÓN evangeli.net
(elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano).
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