Hoy, san Lorenzo, diácono y mártir, emerge como un
exponente de la acción caritativa vivida por la Iglesia desde sus orígenes. A
él, como responsable de la asistencia a los pobres de Roma, tras ser apresados
sus compañeros y el Papa Sixto, se le concedió un tiempo para recoger los
tesoros de la Iglesia y entregarlos a las autoridades. Lorenzo distribuyó el
dinero disponible a los pobres y luego los presentó a las autoridades como el
verdadero tesoro de la Iglesia.
La Iglesia no es una ONG. Su actividad caritativa debe
fundarse, principalmente, sobre la experiencia de un encuentro personal con
Cristo, cuyo amor ha tocado el corazón del creyente, suscitando en él el amor
por el prójimo. San Lorenzo siguió esta senda hasta las últimas consecuencias,
aceptando libremente el martirio, en una prueba suprema de fe y caridad.
—Señor, por intercesión de san Lorenzo te pedimos que
inflames nuestro corazón para ser capaces de amar como tú nos has amado,
llevando por todos la cruz de cada día.
Comentario: REDACCIÓN evangeli.net
(elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano).
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